Villarriba y Villabajo

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland LA BUJÍA

MOS

Es posible que Fitur esté cambiando 

23 ene 2016 . Actualizado a las 04:00 h.

Fitur es un escaparate de lo más hermoso y de lo más paleto del mundo. Hay pabellones donde se presume del Taj Majal, de la Amazonia o de la Alhambra. Y otros donde las diputaciones españolas llevan las más cazurras majaderías que puedan ser imaginadas. Azafatas con trajes regionales inverosímiles reparten bandejas de sobaos pasiegos entre políticos exultantes, rodeados de una corte de invitados. Una multitud de televisiones locales, desplazadas por ayuntamientos y organismos provinciales, sigue a los próceres para documentar su presencia en la feria. Y les someten a entrevistas en las que se subraya la trascendencia que, para Cogollitos de la Frontera, tiene el hecho de estar en la gran cita turística del planeta. Porque los políticos no van a Fitur a vender su localidad al mundo. Van para presentar su pueblo o ciudad a sus propios conciudadanos y votantes. Mientras los medios locales y regionales siguen la feria con profusión de páginas sobre lo propio, es rarísimo ver un solo párrafo sobre el pueblo, la comunidad o la provincia de al lado. Por lo general, se trata de irse muy lejos para vender lo que ya conocen aquellos que están muy cerca. Y promocionar los hoteles de Criadillas del Rábano saliendo en el periódico de Criadillas del Rábano, que leen los ciudadanos de Criadillas del Rábano, que por supuesto nunca se alojarán en los hoteles de Criadillas del Rábano. Porque tienen casa en el centro mismo de Criadillas del Rábano.

Lo de Fitur, reconozcámoslo, es bastante pintoresco. Durante décadas, la feria ha sido la exaltación de lo más casposo de las diputaciones provinciales. Antes de la crisis, aquello rayaba el escándalo Con caciques de todo signo compitiendo por estrenar el stand más fastuoso, para maravillar a los suyos propios y, de paso, chinchar al pueblo de al lado. Hay mucho de anuncio de Fairy en el IFEMA, con la sana competencia entre Villarriba y Villabajo. Pero todo siempre regado con abundante dinero público, que hubo tiempos en que se gastaba a espuertas, como si no hubiera un mañana. Además todo era bastante soso. Normalmente, cuando hay más pasta es cuando hay menos imaginación. Lo más ocurrente que hizo en años el expresidente provincial Rafael Louzán fue presentar en Fitur en 2010 a la gallina de Mos, con la alcaldesa Nidia Arévalo como madrina. No reparó en el hecho de que esta raza avícola autóctona gallega no pertenece a Mos, en Pontevedra, sino a Mos, parroquia de Castro de Rei, en Lugo. Más que pasarse dos pueblos, el gran prócer se pasó dos provincias. Pero todo daba igual en la época del dispendio.

Con la crisis, lo de Fitur devino a menos. Quedaba feo tanto despilfarro. Y algunos políticos empezaron a entrar en razón y a escuchar a sus técnicos. Que para eso les pagamos. Y que son los que de verdad saben cómo se vende un producto turístico, por encima de ocurrencias. Este año no he ido a Fitur. No he podido pasearme por los alucinantes pabellones de Brasil, la India, China o Tailandia. Tampoco, por los casposos stands de Carraspilla del Río Seco o Legañas del Condado. Ni he podido atiborrarme de percebes con sobaos pasiegos. Pero lo que he oído de la feria me ha gustado un poco más que en otros años. Por ejemplo, con la ruta de la arquitectura contemporánea en la provincia de Pontevedra. Me parece algo moderno. Y con intención de captar otros públicos. Así que es posible que la feria esté cambiando. Tal vez haya alguna esperanza, con permiso de Villarriba y Villabajo.

eduardorolland@hotmail.com