La abuela que vendía tabaco

jorge bravo VIGO / LA VOZ

MOAÑA

CEDIDA

Ofelia Santos Fernández nació en Moaña en 1911

26 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Trabajadora, luchadora y cariñosa. Así recordó ayer a Ofelia Santos Fernández su familia tras fallecer a los 104 años de edad. Conocida como la abuela de Moaña por su longevidad casi excepcional, sus vecinos se acordarán de ella como la responsable del estanco que había heredado de su madre y cuya gestión continúa ahora su bisnieto, siguiendo la tradición familiar.

Ofelia Santos era vecina de Ameixoada. Nació en el año 1911 y vivió dos conflictos armados mundiales, dos dictaduras, la II República y la Guerra Civil. Nada comparado con los esfuerzos que tuvo que hacer para sacar adelante a su familia.

Si algo saben los que más la querían es que en su casa nunca se pasó hambre porque, cuentan sus allegados, ella trabajaba muy duro, tanto en el campo como en su estanco, para que no faltase de nada en la mesa, aunque solo fuese pan. De aquellos años atesoraba muchos recuerdos. El sudor de su frente le permitió acumular un pequeño capital, cuenta su nieta.

Entre las virtudes que recuerdan en ella están el que sabía leer, escribir y realizar los cálculos básicos, inusual entre las personas de su generación; así como los esfuerzos que hizo para mantener a su familia.

Ese espíritu también se materializó fuera de la misma en la ayuda que ofrecía a la gente que llegaba desde diversos puntos de Galicia hasta la villa do Morrazo, a los que acogía para ofrecerles pan o vino.

La vida de Ofelia fue muy dura, recuerdan sus nietos. Se quedó viuda cuando todavía era joven, con tres niñas pequeñas, una de ellas de ocho años. Esto le obligó a juntar sus labores de madre y su función de sustento de la familia. Y lo hizo toda la vida. Ofelia no dejó de trabajar en el campo hasta los 80 años, momento en el que les cedió el testigo a sus hijas. Y aun así, siempre estuvo dispuesta a echar una mano en lo que fuese a pesar de su avanzada edad.

Sin enfermedades

Ofelia pasó sus últimos meses en una silla de ruedas y tenían que ayudarle para levantarse de la cama. Pero conservaba su salud mental y recitaba de memoria el nombre de su familia. Aseguran sus nietas que se fue feliz y sin dolor porque no sufría ninguna enfermedad.