La producción de kiwi en O Baixo Miño superará los 4 millones de kilos

Monica Torres
mónica torres TOMIÑO / LA VOZ

GONDOMAR

La campaña más madrugadora de la década supondrá una subida del 20 %

04 nov 2015 . Actualizado a las 13:06 h.

Mal tiempo pero muy buena cara en O Baixo Miño. La principal comarca productora de kiwi de España está en inmersa en la recolección más madrugadora de la década y las previsiones son alentadoras: la producción se incrementará un 20 % con respecto a la media y superará, si no hay contratiempos, la barrera de las 4.000 toneladas. «Lo habitual es empezar sobre el 10 de noviembre pero, a esas alturas esta vez estaremos cerrando porque empezamos a finales de octubre, es la cosecha más temprana», explica el técnico de Kiwi Atlántico, Martín Fernández.

La producción de este año estuvo en entredicho con el revés climatológico de mayo, momento decisivo para definir la cantidad de la campaña. Los temporales arrasaron con el 20% de la producción en la zona. «Aún así la cosecha subirá un 20% con respecto a la del año anterior y a la media, que ronda los 3,5 millones de kilos», confirma Martín Fernández, mientras asegura los niveles de azúcares de la fruta que entra en las cajas. La climatología determina las características de cada cosecha. «La cantidad se define en invierno. Había mucha flor porque hizo mucho frío, pero aún perdiendo lo que tiraron los fuertes vientos, será un año más que decente», indica el experto de Kiwi Atlántico. El verano seco sin lluvias y con muchas horas de sol aseguraron una «gran calidad de la fruta aunque el tamaño de cada pieza sea menor» y adelantaron la recolección, al igual que pasó en el sector vitivinícola. El técnico revisa cada fruto para asegurar el equilibrio de azúcares.

Ha sido un año relativamente bueno en cuanto a enfermedades. «Hubo menos afección de la bacteria PSA porque en mayo no llovió, así que la incidencia no es significativa», indica Martín Fernández. El temor a esta enfermedad sí condiciona los planes de expansión y de nuevas plantaciones. «Hacer una plantación tiene unos costes elevados. Es caro pero rentable a diez años vista que es cuando se amortiza la inversión, pero el temor a la PSA añade un factor de incertidumbre», explica el experto. Todo los que se recoge está vendido porque la demanda sigue superando con mucho la oferta. Las posibilidades de crecimiento se topan con la falta de suelo. «Para que sea rentable y dé para vivir una persona tiene que tener al menos 5 hectáreas», recuerda.

«Me decían que era una planta de élite»

Ayer era día de trabajo también en la finca de Milagros Carrera, una de las pioneras en la plantación del peludo fruto que introdujeron en Galicia José Fernández López, el hombre que creó Zeltia o Pescanova y el ingeniero Carlos del Río, haciendo una primera plantación en Gondomar en 1969. A este último lo conoció personalmente y, animada por otros amigos, se arriesgó a desmantelar los viveros que tenía en Goián por aquel fruto llegado del Himalaya. Cinco años después de que Carlos del Río publicara su libro Kiwi, el fruto del futuro, Milagros Carrera hizo su propia plantación. «Tuve que invertir 30.000 euros, pero cuando en 1984 pedí una subvención a la Xunta se me denegó porque me dijeron que el kiwi era una plantación de la élite», recordaba ayer mientras caían los frutos al cesto en su finca de 6.000 metros cuadrados. No lamenta haber diversificado su trabajo porque «cuando yo empecé, era un momento en el que los invernaderos ya no daban nada».

Tampoco el kiwi le da para vivir pero sí supone un colchón para la economía familiar. Tiene alquilada su propiedad a Kiwi Atlántico, como la gran mayoría de productores de la zona. «Tuve que hacer una inversión muy grande, de todos mis ahorros cuando aún nadie se arriesgaba para hacer dos pozos y poner 22 filas con 20 plantas en cada una», recuerda. Consiguió sus primeros frutos en el año 2003.

No es el primer kiwi que entra en la planta de la firma en Ribadumia porque ya ha rematado también la recogida de las 120 toneladas de Summer Kiwi, la variedad que cultivan en tierras valencianas. «Es más rentable que la viña, pero tienes que tener, como mínimo, 5 hectáreas de terreno», señala Fernández.