Vecinos del Casco Vello alto reclaman más policía porque crece la prostitución

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

CANGAS

Oscar Vazquez

Se quejan al Concello de que la delincuencia no ha cesado en los últimos años a pesar de las inversiones para recuperar el barrio

27 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estamos llegando a un punto de decadencia que rememora un tiempo pasado del que todos queremos huir». Así definen vecinos de la parte alta del Casco Vello la situación que se vive en el entorno de A Ferrería en un escrito que han remitido al gobierno municipal. Los residentes reclaman a las autoridades una mayor presencia policial porque perciben que ha aumentado la delincuencia y también el número de mujeres que ejercen la prostitución.

«Delincuencia, drogadicción, peleas y falta de civismo en general es lo que nos encontramos los vecinos cada día en la puerta de nuestras casas y, peor aún, esos valores son los que aprenden nuestros hijos cuando llegan a casa o se asoman por la ventana», manifiesta un portavoz vecinal, que no da su nombre por temor a represalias que, dice, ya ha sufrido. «Miradas provocadoras e intimidatorias que ciertos individuos dedican a los nuevos vecinos hacen que esto sea insostenible y que exista miedo a denunciar lo que sucede», afirma.

El proyecto de recuperación del Casco Vello ha supuesto una notoria mejoría de todo el entorno, pero no ha hecho que deje de ser un reducto marginal de la ciudad, muy a pesar de los nuevos residentes que han ocupado las viviendas rehabilitadas. Muchas de aquellas parejas jóvenes son hoy en día familias con hijos que reclaman que se garantice la misma seguridad que en cualquier otra calle del centro de la ciudad.

Recientemente fueron testigos de un acuchillamiento a escasos metros del castillo de San Sebastián. Un individuo atacó a otro y le hirió en una mano. Quedaron restos de sangre. Hace años un vecino de Cangas se entregó tras acuchillar a una mujer de la tercera edad con la que había pactado unos servicios sexuales.

Los vecinos dicen que no se trata de hechos puntuales. Manifiestan que día a día se da un trasiego continuo de toxicómanos, peleas, gritos, tráfico y consumo de drogas. Los vecinos advierten que la prostitución ha aumentado por la apertura de nuevos pisos francos y, sobre todo, tras la reforma de un club de alterne de la calle Abeleira Menéndez. Señalan que uno de los peores momentos se produce cuando arriba al puerto algún crucero, momento en el que se llegan a congregar alrededor del club, así como de sus portales, decenas de tripulantes buscando prostitutas.

Perciben que la prostitución está cobrando auge con la llegada de proxenetas que explotan a mujeres más jóvenes procedentes de países del este.

«No vemos que haya futuro comercial»

Conecta la Praza do Rei con la Porta de Sol y, sin embargo, los ciudadanos pasan muy poco por la calle Abeleira Menéndez. A pesar de las inversiones realizadas para su puesta en valor, no se ha quitado el estigma de espacio marginal. Muchas personas eligen otra ruta en sus desplazamientos habituales entre la parte alta y la baja del Casco Vello. La Ferrería continúa siendo una rúa que evitar. A muchas personas no les gusta atravesar una calle donde las prostitutas esperan sentadas en los portales a la espera de clientes o el trasiego de drogodependientes en busca de su dosis diaria. Por eso no pasan muchos clientes por los negocios que comenzaron a surgir tras la rehabilitación impulsada por el Consorcio del Casco Vello y los incentivos para los emprendedores.

«La gente normal no viene por aquí», comenta el responsable de un negocio de hostelería de la zona. Rehúsa dar su nombre por miedo y advierte que la prostitución va en aumento. «Llevo un año y dos meses y desde hace poco tiempo se observan más prostitutas. Cuando hay cruceros es una pasada, hay una afluencia invasiva de tripulantes», añade.

Los negocios abiertos al público, los que dependen directamente de las personas que cruzan la puerta, son los que peor lo están llevando. «Esto es insostenible», afirma la responsable de una tienda de alimentación biológica ubicada frente al único club de alterne que se mantiene en pie. «Está visto que esta calle comercialmente no va a funcionar nunca», añade. Esta empresaria tuvo que agudizar el ingenio para poder vender echando mano de las nuevas tecnologías. El grupo de Whatsapp que ha creado entre sus clientes habituales le permite trabajar bajo pedido facilitándoles que solo tengan que venir una vez al mes. «A mí la situación que vivimos aquí con una prostitución que ha ido en aumento no me beneficia nada», afirma.

El barrio tampoco tiene lugares de esparcimiento público donde se facilite la convivencia social. Los residentes reclaman al Ayuntamiento la modificación puntual del planeamiento para cambiar el uso de una parcela que lleva numerosos años en estado de abandono para que los niños puedan disfrutar de un parque infantil. Opinan que contribuiría a mejorar la imagen del barrio y restringiría la prostitución callejera, que esperan que algún día desaparezca.