Feijoo incorpora a su Gobierno a un político y a un técnico de su núcleo duro

m. cheda SANTIAGO / LA VOZ

CANGAS

El hasta ahora secretario xeral de la Presidencia, Valeriano Martínez, asume Facenda, y el portavoz adjunto del PP en el Parlamento, Román Rodríguez, Educación y Cultura

10 feb 2015 . Actualizado a las 05:20 h.

Después de diez días dándole vueltas, el jefe del Ejecutivo autónomo, Alberto Núñez Feijoo, cerró ayer su cuarta remodelación de gobierno en tres años. Obligados por la salida de la titular de Facenda, Elena Muñoz, y la del responsable de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria, Jesús Vázquez, para competir por las alcaldías de Vigo y Ourense, respectivamente, los cambios en el gabinete se ceñirán a los estrictamente necesarios: cromo por cromo, técnico por técnica y político por político. A ella la sustituye desde esta misma mañana el hasta ahora secretario xeral de la Presidencia de la Xunta, Valeriano Martínez García (Cangas, 1961), y a él, el portavoz adjunto del PPdeG en el Parlamento, Román Rodríguez González (Lalín, 1968).

Formalmente, el Gobierno queda así conformado, al igual que hasta la fecha, por nueve personas, su mínimo histórico: el líder, el vicepresidente Alfonso Rueda y siete integrantes más. La cuota de mujeres en el equipo, no obstante, desciende tras los cambios del 55,6 al 44,4 %. La media de edad, en contraposición, sube ligeramente, hasta rozar los 49 años, al ser Román Rodríguez uno menor que Jesús Vázquez, pero Valeriano Martínez diez mayor que Elena Muñoz. Y el desequilibrio territorial se acentúa: cuatro responsables de cartera de la provincia de Pontevedra, dos de A Coruña, uno de Lugo y otro de Ourense.

En presencia y proyección, el de Galicia era hasta el momento un Ejecutivo de corte eminentemente presidencialista: según las últimas encuestas, mientras solo uno de cada cien gallegos no sabe quién manda en San Caetano, a los conselleiros veteranos apenas los conocen entre un 24,5 y un 48,9 % de los ciudadanos. Y así ha querido el mandatario popular que continúe siendo.

Porque -algo clásico en él- esta vez tampoco ha recurrido Feijoo a fichajes efectistas para tapar los huecos en su organigrama. Ha apostado por «gente rodada, con experiencia». Uno de los relevos, el de Valeriano Martínez por Elena Muñoz, lo ha ejecutado sujetándose estrictamente a su manual de sustituciones, o sea, pescando en las propias aguas de la Xunta. El de Román Rodríguez por Jesús Vázquez, en cambio, lo ha despachado de una manera insólita en el contexto de su trayectoria, acudiendo al Parlamento para cubrir una vacante en su equipo. Al igual que a otros, a ambos los había tanteado en jornadas previas, aunque no fue hasta ayer por la tarde que los llamó para que se desplazasen hasta la residencia institucional de Monte Pío y, en sendos encuentros personales, sellar allí la operación definitivamente.

En las políticas habrá continuidad. En tanto que hombre de Feijoo desde su etapa en la vieja Consellería de Política Territorial (2003-2005), Valeriano Martínez llevará las cuentas públicas de la comunidad como su antecesora en el cargo y como la predecesora de esta. Esto es, al dictado del presidente: cumplimiento de los objetivos de déficit, rigor, consolidación fiscal... De Román Rodríguez tampoco se aguarda un volantazo, ni siquiera un giro. De hecho, como portavoz de Educación de los conservadores en O Hórreo, en la Cámara tenía actualmente conferida, entre otras diversas, la tarea de defender la acción de Jesús Vázquez ante los ataques de la oposición.

Sus entradas en el Consello de la Xunta sucederán a las de Rocío Mosquera y Elena Muñoz en enero del 2012, la de Francisco Conde en diciembre del mismo año y la de Ethel Vázquez en junio del 2014. Mientras que las bajas de los dos flamantes alcaldables se unirán a una lista que recoge las de Roberto Varela, Samuel Juárez, Marta Fernández Currás y Pilar Farjas, ocurridas en las Navidades del 2012; la de Javier Guerra, 11 meses después, y la de Agustín Hernández, a finales de la pasada primavera.

Unos cambios que en la oposición no convencen. De hecho, PSOE, AGE y BNG coinciden en dar por «agotada» la legislatura.

Los objetivos: mantener el equilibrio de las cuentas y negociar la financiación autonómica

Encargada del diseño de la política presupuestaria y de la administración tributaria, Facenda no desarrolla la estrategia económica e industrial de Galicia, pero Valeriano Martínez, el nuevo conselleiro, deberá continuar con la senda de equilibrio presupuestario trazada por sus predecesoras en el cargo, Marta Fernández Currás y Elena Muñoz. El cumplimiento del objetivo de déficit, bandera que ha distinguido a Galicia en un contexto de apuros de muchas comunidades, constituye una meta irrenunciable. Y ello manteniendo el gasto social.

Pero entre los mayores desafíos estará la negociación del futuro modelo de financiación autonómica, en el que Galicia, junto a otras comunidades, pide una reformulación que le permita disponer de más fondos por el sobrecoste que representa el envejecimiento y la dispersión poblacional en la prestación de servicios. En el ámbito de la función pública, el nuevo conselleiro tiene ante sí el enorme desafío de pacificar las relaciones con los sindicatos de función pública, muy deterioradas por los recortes aplicados en los últimos años. El reto inmediato es la tramitación de la futura Lei do Emprego Público.

 

Negociar la financiación de las universidades y recuperar el consenso sobre el gallego

A Román Rodríguez no le quedan muchos frentes abiertos en su departamento. La reducción de la plantilla de profesores se ha frenado y con el aumento de la tasa de reposición, el nuevo conselleiro puede crear más puestos de trabajo. Otros frentes abiertos en la comunidad educativa, como la subvención a los colegios que separan por sexo o el judicializado concurso de traslados, ya se han solventado. Pero el año y medio largo de legislatura que resta aún puede depararle al nuevo conselleiro algún que otro susto. El primero puede llegarle de la universidad, enfant terrible de la Xunta, que sobre todo en la figura de los rectores de Santiago y A Coruña se ha mostrado siempre crítica con la política de la Consellería de Educación. Este año, las universidades gallegas se juegan su futuro económico hasta el 2020, así que no se lo pondrán fácil.

El gallego tampoco le ha dado alegrías al conselleiro. El decreto del plurilingüismo se encontró con manifestaciones y recursos judiciales. Los recientes estudios que han vuelto a ponerlo en el ojo del huracán y la marcha del domingo en Santiago ponen de manifiesto que el consenso sobre el gallego es esencial.