«Cuesta asimilar que no se puede fumar en un espacio abierto»

Irene Jiménez Toledo VIGO / LA VOZ

BAIONA

Oscar Vázquez

Desnormalizar el consumo del tabaco y evitar que las colillas acaben en la arena son los objetivos del programa sin humo

16 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Una iniciativa de la Consellería de Sanidade ha transformado una veintena de playas de Galicia en «libres de humo». Baiona fue el municipio donde se inició está red en el año 2012, y ahora aporta cinco arenales a la lista: Barbeira, Frades, Concheira, A Ladeira y Ribeira. Y Nigrán también ha plantado los carteles de prohibido fumar en As Canas, más conocida como Prado, y A Madorra.

En los municipios que se han añadido recientemente la recomendación entró en vigor el 1 de julio. Ha encontrado tanto detractores como apoyos, casi a partes iguales. En Prado, Olga Acuña está de acuerdo con la iniciativa. Ella no fuma y tiene una hija pequeña: «El mayor problema de fumar es que dejan las colillas tiradas y luego los niños las cogen». María Antonia Acuña comenta que la gente no respeta la recomendación. «De todas formas hay mucha gente que no lo sabe», puntualiza.

Susana Garabatos, por ejemplo, no sabía que estaba en una playa sin humo. Tanto ella como los amigos con los que pasa la tarde no son fumadores, y todos apoyan la iniciativa. «Deberían prohibirlo en todas porque la gente no es cívica y deja las colillas por ahí tiradas», dice Susana.

El objetivo de la responsable del programa Sin Tabaco de Sanidade, María Jesús García, era desnormalizar el consumo del tabaco para que los jóvenes no lo viesen como una práctica natural, y parece que con gente como Alejandro Lion lo ha conseguido. Él no es fumador y apoya la iniciativa: «Es mejor así, no estás molesto en la playa oliendo a tabaco».

Pero esta es solo una de las caras de la moneda en un arenal en el que, no hace ni un mes, que se implantó la norma. «Esto es como todo: quieres playas nudistas, las ahí; si quieres perros, también; y si quiero fumar, no lo pueden prohibir en todas». Lo dice un fumador, que no quiere dar su nombre por miedo a represalias, mientras sostiene su paquete de tabaco en la mano. Aunque no todo el mundo es tan brusco, Eladio Bargiela hace cuatro meses que dejó de fumar y ahora mismo apoya la medida. «Entonces me hubiera fastidiado, pero lo entendería», reconoce.

En la playa de Ribeira, en Baiona, la restricción lleva en marcha ya cuatro años. Esta diferencia de tiempo se aprecia sobre todo en la señalización que ambas playas tienen. Ribeira tiene, debajo de la bandera azul otra indicando que se trata de un arenal sin humo, una talla de un cigarro tachado en una de los accesos y otro cartel en el contrario. Mientras que en Prado tan solo es visible un rótulo a la entrada de la playa. Adrián González y Aída Oya llevan veraneando varios años allí y conocían la medida, «aunque la gente fuma igual», dice ella.

Ismael Rodríguez y Cristian Casal son otros dos jóvenes no fumadores que están a favor de la medida y de que se extienda. «Se nota que hay menos colillas en el suelo que en otras playas», dice Cristian.

No obstante hay gente que no cumple la directriz, ya sea por desconocimiento o por desacuerdo. «Es ridículo no poder fumar aquí y sí hacerlo a cinco metros», comenta Nieves Portolés mientras se acaba su cigarro. Ella desconocía que estaba en un arenal sin humo y por eso acude con su cajetilla y su cenicero portátil. «Es un espacio abierto. Lo que hay que ser es cívico y no tirar las colillas. Procuramos no molestar y que no nos molesten», añade la bañista.

La tarea de los ayuntamientos es, además de colocar los carteles, distribuir una serie de folletos que la consellería ha preparado para la campaña. Pero los bañistas no han recibido ningún panfleto, ni en la playa de Prado ni en la de Ribeira. Jaime Soto, voluntario de Salvamento en Baiona, comenta: «Tenemos folletos en la caseta, pero no se suelen entregar. Además, los que hay son de cuando empezó la campaña, se supone que cada año van cambiando un poco». A pesar de todos los esfuerzos, «hay gente que fuma, y lo peor de todo es que es gente de Baiona», observa otro de los voluntarios, Santiago Pérez.

La medida no es más que una recomendación y no se vigila que la gente no fume de verdad ni se multa a quien decide hacerlo. Sin embargo, Jaime Soto señala que desde el puesto de socorrismo se informa a los usuarios del arenal. «Cuando les adviertes que es un espacio sin humo, generalmente te hacen caso y se van al paseo». Carlos del Río, socorrista, puntualiza que la playa de Ribeira es de un ambiente muy familiar y la gente suele cumplirlo: «En Barbeira es más difícil porque van más adolescentes y hacen menos caso».

La consellería espera que nuevos ayuntamientos se sumen a este programa, que divide a detractores y partidarios. «A la gente le cuesta asimilar que no se fume porque es un espacio abierto, aunque también es público», comenta Jaime Soto. La responsable del programa autonómico, María Jesús García, ya señaló que «ha habido una evolución muy positiva. La ley ha ayudado a la desnormalización en muchos ámbitos».