Atribuyen al vigués Papuchi tocamientos o intentos de abusos de 15 niños en seis meses

E. V. Pita VIGO / LA VOZ

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E. V. Pita

La policía, que ha podido reconstruir los pasos del empresario implicado desde octubre, lo considera un depredador sexual de menores

23 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Al menos una quincena de niños habrían sufrido tocamientos o intento de abuso por parte del supuesto pedófilo vigués conocido como Papuchi o el Papi en los últimos seis meses, según la investigación. La policía ha podido reconstruir bien los pasos del empresario implicado desde octubre del 2016 y concluye que, al menos, puede documentar una quincena de víctimas. Todos son colegiales de entre 14 y 15 años.

No hay noticia de nuevos casos y las fotos decomisadas son muy pocas pero todas las pruebas recabadas son suficientes para que la policía considere ya al hostelero Carlos V.I., de 40 años, como el mayor depredador sexual de menores de Vigo por el número de víctimas. Las autoridades confían en que esta detención sirva para alertar a los adolescentes y avisar a sus padres de que tengan cuidado con dichos individuos.

El implicado realizaba, supuestamente, los tocamientos a los niños en su apartamento de soltero en una céntrica calle de Vigo. Su técnica consistía en invitar a su céntrico piso a los menores, a los que atraía con artículos de lujo, y luego proyectaba películas pornográficas y les servía alcohol para desinhibirlos y crear ambiente. Era ese el momento en que abusaba de ellos. Se tiene constancia de casos consumados y de intentos fallidos. Algunos venían con amigos y se negaron a participar o volver a otra cita.

De esa quincena de perjudicados, algunos posaron desnudos en las fotografías que les sacaba el implicado en su yate Ipanema, tras incitarlos a quitarse la ropa, o vieron imágenes pornográficas en el grupo de WhatsApp que el implicado creó con sus víctimas para compartir dicho material.

La detención sorprendió en su entorno y en los locales, boleras y clubes que el hostelero frecuentaba. Todos los testigos admiten que veían frecuentemente al empresario rodeado de amigos jóvenes pero aseguran que todos eran mayores de edad, en la veintena, y nadie vio a menores.

Pero la policía siguió la pista durante dos meses al sospechoso y averiguó que engatusaba a los adolescentes con invitaciones a comer en su céntrica pizzería La Fiorella, a pasear en su yate o en su coche deportivo, o a ver películas pornográficas en su apartamento. Siempre se citaba con grupos muy reducidos.

Le imputan delitos contra la libertad sexual, incluidos abusos, provocación, exhibicionismo y corrupción de menores. Hay víctimas de dos delitos o más. Él lo niega todo. Ya cerró su Facebook.

«Nadie se alarmó porque hay mucho postín»

El empresario Carlos V.I., antiguo director de banca y ejecutivo de altas finanzas, alquiló hace dos años un pantalán de A Laxe del Real Club Náutico de Vigo. El sábado seguía atracado allí su barco deportivo Ipanema. En el párking guardaba a diario su coche de altas prestaciones. El implicado daba una imagen de atareado hombre de negocios. Siempre contaba que iba a trabajar, lo que no impedía que cuando salía el sol diese una vuelta por la ría de Vigo en su pequeño yate acompañado de jóvenes amigos. La autonomía de la embarcación le permitía llegar hasta las Cíes, hasta la costa de Cangas o a Domaio, en Moaña, lo justo para anclar y pasar el día cerca de la playa con sus colegas. Hacían dos o tres excursiones a la semana, generalmente en días laborables.

A los testigos les llamó la atención que siempre llevase a bordo a acompañantes varones con apariencia de veinteañeros. «En su barco siempre vi chavales, amigos mayores de edad y me di cuenta de que nunca iban mujeres», dice un testigo en el puerto. «A nadie le alarmó lo que pasaba en la lancha», añade. Por un lado, la pandilla no hacía fiestas a bordo ni en los pantalanes y nunca hubo quejas sobre el «sociable» empresario. Por otro, en ese ambiente de club portuario «hay mucha cultura de postín entre los jóvenes, de aparentar éxito y triunfo y alternar con gente vip y por eso a nadie le extrañó que aceptasen la invitación para salir en yate, era lo normal».