Niños de 40 con el balón en la mano

VIGO

Solo hay dos jugadores de Asobal de mayor edad que Díaz y Soliño, nacidos en 1975.
Solo hay dos jugadores de Asobal de mayor edad que Díaz y Soliño, nacidos en 1975. ALBA PÉREZ

El rosaleiro Javier Díaz y el cangués Suso Soliño son dos de los cuatro cuarentones
de Asobal

09 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Con el balón en las manos se sienten «como niños pequeños». Pero ya pasan de los 40. Es el caso del cangués Suso Soliño y el rosaleiro Javi Díaz, dos de los privilegiados que siguen jugando en la élite -en el Cangas y el Valladolid, respectivamente- a una edad a la que no es frecuente encontrar supervivientes al máximo nivel. Hay una palabra que los dos repiten cuando hablan de la clave de que sigan en activo: «Disfrutar». De no ser porque lo siguen haciendo, hace tiempo que lo habrían dejado.

Uno y otro reconocen que la sombra de la retirada planea sobre ellos. Es inevitable pensar en el asunto a medida que los años pasan. «Cuando yo empezaba habré jugado con gente de 35, que ya eran años. Pero de 40, nunca», admite Soliño. Aunque el club fue anunciando renovaciones hasta que solo faltaba él, no hubo dudas. «Yo quería seguir, quedamos en eso y hasta hace poco no hablamos de dinero. Pero era lo de menos», señala. No se atreve a decir si será el último año. «Voy temporada a temporada, cuando acaba veo si tengo fuerzas o no».

Más de lo mismo para Díaz, que vuelve a Asobal con su equipo. Su planteamiento es el de seguir a menor ritmo cuando deje Asobal. «La idea es continuar un año, pero nunca se sabe», dice alguien que había llegado a comunicar al club que se retiraba. «En marzo a mi mujer la destinaron de vuelta a Vigo y yo ya me había despedido, decidido a volver a casa», comenta. Entre el empeño que pusieron en el club y que el día en el que lo que hace no le compense todavía no ha llegado -se felicita-, ahí sigue. El regreso del Valladolid a la máxima categoría fue otro aliciente.

Equilibrio entre cabeza y físico

No niegan que en el aspecto físico se acusan los años, pero a cambio rebosan experiencia. «Después de los viajes se nota que el cuerpo no recupera como antes. Y también vas perdiendo velocidad y salto. Pero se lleva bien», comenta Soliño. Lo mismo le ocurre a Díaz, que señala que la cabeza es «igual de importante» que el cuerpo para seguir practicando el balonmano. «Es clave que te guste lo que haces. Tengo claro que si me aburriera ya no seguiría aquí», subraya.

Están acostumbrados a la pregunta del millón desde hace años: «¿Pero de verdad que vas a seguir otra temporada?». Soliño indica que nunca se ha llegado a plantear en firme el no como respuesta. «Sabes que va a pasar, que en cualquier momento te sientes cansado y dices ‘hasta aquí’. Pero seriamente no me lo he planteado nunca».

Los dos tienen gente en su entorno que les anima a continuar y otra que les deja caer que va siendo hora de pasar página. Pero en el vestuario no hay diferencias. «Alguno podría ser mi hijo y choca, pero luego se te olvida», indica Díaz. También se ha habituado a tener entrenadores más jóvenes. «En los últimos años, todos. El de ahora tiene 28».

Coinciden en que el bajón y los problemas económicos de Asobal ha propiciado más oportunidades para la cantera y también más opciones de continuidad para veteranos como ellos. «Se tira más de gente joven y de jugadores que están a punto de retirarse porque a la mejor edad, de 27 a 30, muchos aprovechan para salir», constata Soliño. También hay una parte negativa que asume su compañero: «Ahora llegar arriba es más fácil y eso provoca que se valore menos».

Preguntados por el secreto, Díaz responde entre risas: «En mi pueblo decimos que ‘o viño do Rosal é mediciñal’. Supongo que en el caso de Suso será el marisco», bromea. Ambos se conocen bien. Aparte de enfrentarse en infinidad de ocasiones, han coincidido en la selección gallega. Con pocos meses de diferencia ?nacieron en 1975? comparten el tercer cajón del podio en veteranía en Asobal. Solo les superan Hombrados (44) y Hernández (43).