La colonia de cormoranes se redujo un 60 % en siete años

Antón Lois AMIGOS DA TERRA

VIGO

Pablo Troitiño

Desde la declaración de las Cíes como parque nacional esta especie ha ido decreciendo y corre peligro de desaparecer

31 ago 2015 . Actualizado a las 19:05 h.

Lo de los nombres científicos de los bichos y plantas a veces tiene su complejidad; intenten por ejemplo pronunciar Phalacrocorax aristotelis sin atragantarse. Casi mejor dejémoslo en nuestro querido corvo mariño cristado, el cormorán moñudo que es nuestro protagonista de hoy y que conocemos por su estilizada e inconfundible silueta, su plumaje negro azabache con reflejos verdosos y su largo pico terminado en un gancho. 

El moño de su apellido es una pequeña cresta de plumas sobre su cabeza muy visible en la época de cría. En esto de la procreación son madrugadores pues a partir de febrero empiezan sus amoríos y a finales de mayo sus pollos empiezan a independizarse. Es una estrategia interesante, ya que de esta forma aventajan en unos meses a sus vecinas isleñas en el trabajo de alimentar a las crías, o lo que es lo mismo, disponen de menor competencia para conseguir alimento en ese período crucial.

Nuestra mayor colonia, ya se lo imaginarán, está en las Cíes, concretamente en sus zonas más inaccesibles de acantilados del norte de Monteagudo y toda la franja oeste, coincidiendo, precisamente con las zonas de reserva integral a las que, además de por sentido común, no se permite el acceso de visitantes. Desde allí se lanzan a hacer sus cosas de cormorán. Vuelan siempre pegados a la superficie del mar, con aleteos rápidos y enérgicos que le suponen enorme esfuerzo a su metro de envergadura, y así nos los cruzamos frecuentemente cuando por ejemplo vamos a Cíes, y generalmente en dirección contraria. 

Las jornadas de pesca

Cuando a primera hora salimos hacia las islas, ellos vuelan al interior de la ría y viceversa. No es que le caigan mal los visitantes de sus islas, o quizás un poco sí, pero el motivo fundamental es que nuestros amigos buscan su alimento preferentemente en las aguas interiores, más tranquilas y poco profundas y al anochecer regresan a sus dormideros insulares. Sus jornadas de pesca son largas y realmente verlos en acción es todo un espectáculo pues no solo son excelentes buceadores sino que nadan bajo el agua con extraordinaria habilidad. Cuando se sumergen sus alas se transforman en aletas que lo impulsan y literalmente vuela por el fondo con una agilidad submarina extraordinaria que le permite perseguir y capturar a los peces de los que se alimenta. 

Es frecuente verlos después posados en una roca con las alas extendidas hacia el viento, como si estuvieran secándose, y eso es exactamente lo que hacen. Para facilitar sus buceos, además de un cuerpo prodigiosamente hidrodinámico, carecen de esas microburbujas de aire entre las plumas que confieren a las aves acuáticas y marinas su impermeabilidad, y por carecer de ese gore-tex natural su plumaje se empapa y precisan secarse tras unas cuantas inmersiones. 

Esto de los buceos es precisamente en la actualidad su mayor amenaza. En persecución de los peces o en sus zambullidas se enredan en las artes de pesca, especialmente las de enmalle, y allí mueren ahogados. En los años setenta del siglo pasado su situación era más que preocupante, con apenas 190 parejas reproductoras en las Cíes. A partir de entonces su situación fue mejorando hasta multiplicarse por cuatro su población de Cíes en el año 1994. 

Estos buenos resultados coincidieron en buena medida con la declaración de las islas como parque natural, pero paradójicamente pasar a ser parque nacional, es decir, aumentar su rango de protección, está suponiendo un declive de las poblaciones de cormorán moñudo que vuelven otra vez a los niveles de los años setenta y figura como vulnerable en el catálogo de especies amenazadas. 

Es precisamente la silueta del cormorán moñudo la que sirve de imagen y logotipo al parque nacional. Los científicos y expertos en estas cosas de la ornitología tienen claro el diagnóstico: son las artes de pesca de enmalle quienes están terminando con esta ave emblemática. Resulta inexplicable que a estas alturas, en el área de influencia de nuestro único parque nacional, al menos durante la época de cría de estas aves se sigan utilizando este tipo de artes de pesca. Eso sin contar con los vertidos de hidrocarburos, claro. El Prestige supuso un duro golpe para las colonias de Cormorán del que todavía no se recuperaron, pero a esa catástrofe se suman los vertidos y sentinazos cotidianos en la ría.

El enmalle debe ser restringido

Si una especie sufre una reducción del 60% de su población en solo siete años es evidente que tiene un grave problema. Si una vez constatado el problema se localiza la causa (las artes de pesca de enmalle) pues la solución no precisa que seamos especialmente brillantes: estas artes de pesca deben ser restringidas al máximo en las zonas más sensibles para las poblaciones. Los mariñeiros deberían entender que la falta de cormoranes es un serio indicador también de la falta de recursos, y la sobreexplotación pesquera es la siguiente causa del declive de nuestros protagonistas. Otra vez sigue haciendo falta la educación ambiental, de la que cuanto más se habla sobre su necesidad menos se invierte en ella. Difícilmente conseguiremos compatibilizar desarrollo y conservación si para empezar seguimos pensando que estas son cosas para niños y niñas y para el día de mañana. No es a los niños a los que se les enredan los cormoranes en sus aparejos ahora mismo.