Juego de tronas

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Silvia Portabales vive en la zona del Poulo y sale cada día por los montes cercanos con sus tres perros.
Silvia Portabales vive en la zona del Poulo y sale cada día por los montes cercanos con sus tres perros. xoán carlos gil< / span>

A la emprendedora viguesa Silvia Portabales, que especializó su negocio hacia el diseño de prendas creativas y con sentido del humor para niños, le esperan cada jornada sus tres perros y dos gatos

22 jun 2015 . Actualizado a las 19:19 h.

n el reino de Mon Petit Monstre, los niños vestidos de tiroleses, como en un eterno Domingo de Ramos del siglo pasado,  solo existen en las pesadillas. Silvia Portabales es una fanática de los cómics, sagas galácticas, iconos pop, la ilustración y la estética contemporánea, «una friki de libro», reconoce. Por eso cuando decidió montar su propio negocio, después de trabajar durante cuatro años en Norma Cómics, optó por poner en marcha una tienda de ropa infantil en la que el cliente pudiese encontrar cosas modernas y divertidas. «El sentido del humor es fundamental», advierte. También lo es para ella la responsabilidad social y la ardua labor de búsqueda de diseñadores españoles que no deslocalicen la fabricación a otros países. «Mi apuesta son las pequeñas marcas y la creatividad a precios ajustados», explica. Entre ellos, las hermanas ourensanas afincadas en Barcelona de The Lazy Jellyfish, la  ilustradora malagueña Pedrita Parker o los vigueses Crazy Cebra, una pareja que para solucionar el desgaste de piel de su bebé a gatas decidió ponerse a fabricar rodilleras y leotardos.

Silvia es consciente de que la suya no es una tienda donde los padres vayan a equipar a sus hijos para el trote diario. «Aquí lo que tienes es un lugar en el que poder hacerles un regalo simpático», explica. Y añade que no se ha encontrado pocos ejemplos de cuán difícil es romper ciertas barreras de género en cuanto a colores y formas. «No van a encontrar ni volantes, ni puntillas, ni azul para niño y rosa para niña», avisa.     

Empezó con tienda online en febrero del 2014 y hace seis meses se plantó físicamente en el Casco Vello vigués con una pequeña tienda al lado de la Biblioteca Central. «Quería estar en el Casco Vello porque el mío es ese tipo de negocio con encanto y personalidad propia que encaja con el nuevo espíritu del barrio», asegura. Y añade: «El logo de Mon Petit Monstre nos lo hizo Hey Juddy y quizás por eso hay  gente que piensa que es una marca de diseño propia. Por ahora no, aunque en el futuro, quién sabe?».

Por el momento, lo que ocupa su tiempo cuando finaliza su jornada laboral, son sus mascotas. En la familia de Silvia Portabales siempre han tenido animales. «Recuerdo a nuestro primer perro, Mora, una pequinesa con la que mi abuela llegó a casa. La sacó del bolsillo del mandilón», cuenta. 

Como reside en el barrio del Poulo, en una casa con finca, el paseo diario por los montes cercanos forma parte de su rutina, que comenzó, reconoce, como terapia para uno de sus tres perros, Mateo, un scottish terrier de 4 años «con necesidades educativas especiales».   La muerte de Teo, un dócil pitbull de 12 años que falleció de cáncer, dejó marcada a la familia y no tardaron ni dos meses en buscarle un sustituto.«Era un cielo», recuerda. También está Martina, una West Highland white terrier de 6 años. «Me la regaló mi hermano. Es el mejor regalo que me han hecho en mi vida», asegura.  Con ellos está Eowin, un presa canario que a pesar de pertenecer a una raza potencialmente peligrosa es «la más dócil y obediente». Y la manada la completa Eco, un bull terrier que también vive en la misma casa, aunque en estancias separadas. Silvia también tiene dos gatos persas, Lobi, un macho de seis años que« es como un perro pachón» y Mica, una cariñosa minina de 9 años que fue a buscar a Caldas de Reis.