A 2.344 kilómetros del miliario áureo, señala el monolito instalado en la avenida de García Barbón para recordar que este recuncho peninsular formó parte del Imperio Romano. Aunque el miliario del Concello es un exceso formal desde todo punto de vista, tiene un aspecto plausible en el que deberían ahondar las autoridades viguesas.
En la parte del fuste que apunta hacia la calle Alfonso XIII, el miliario indica la presencia próxima de varios restos romanos importantes localizados en la zona del Areal-Rosalía de Castro. Advierte a los transeúntes que se adentran en un entorno de protección arqueológico, concretamente un yacimiento romano de «tipoloxía necrópole».
A continuación describe varios momentos importantes de la romanización. Se señala el siglo II antes de Cristo, destacando que hubo en la zona una importante actividad portuaria y comercial. Pasa después al siglo I d. C, recordando que la pax romana consolida la romanización. Concluye ese somero repaso con los siglos III-IV d. C. y la leyenda: «Importante romanización. Salinas. Fábricas de salazón. Instalacións portuarias. Necrópole».
Es una información que los vigueses deberíamos tener aprendida de memoria. Porque aún son muchos quienes desconocen la existencia de un espacio expositivo en plena Rosalía de Castro en el que se muestra un trozo de aquella salina romana que se extendió por el Areal en el siglo I. Un espacio que, además, es gratuito. Ahora que parece que interesa promocionar aquella época, sería estupendo retomar el protocolo firmado por Corina Porro y Ánxela Bugallo para musealizar la fábrica de salazón de Marqués de Valladares. Sería un paso más para promocionar el turismo arqueológico. No en vano, estamos hablando de la fábrica viguesa ?o burbidiana- más antigua que conocemos.
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