«Conociendo ser indispensable el señalamiento de alcaldes de quartel con los subalternos necesarios para zelar, rondar y procurar en el modo posible los rovos, quimera, alborotos y más escesos que se están cometiendo de noche y aun por el día en las tabernas» (sic), el gobierno de la ciudad nombra a los encargados de mantener el orden de policía en la ciudad.
La corporación dividió la ciudad en barrios intra y extramuros, y encargó la vigilancia de cada zona a dos personas, que fueron: José Antonio Núñez y José Martínez, Morenito; José Rodríguez Rendo y Manuel Sánchez Antón; Miguel García y Mario Bernárdez; Juan Domínguez y José Jalda; Juan Ventura y Vicente Millira; y Domingo Antela y Bernardo de Otero. Estos policías portarían bastones con una cinta blanca en su puño y, aunque tenían zonas asignadas, podían auxiliarse unos a otros en caso de necesidad.