Violentas gradas

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua LA TRAPALLADA

VIGO

23 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La Liga de Fútbol Profesional ha denunciado que en Balaídos se cantó «Puta Barça, oé» el día del partido Celta-Barcelona. Cada fin de semana, la Liga denuncia cánticos de ese tipo para que los investigue la Comisión Antiviolencia y, si lo ve oportuno, multe al club.

Yo creo que el inspector de la Liga se equivocó al atribuir esos cánticos a la peña Irmandiños. Lo que se escuchó ese día en la grada de Río, en referencia a los futbolistas del club catalán, fue: «Sentimos un enorme respeto hacia ustedes como personas, pero admitimos que tenemos en baja estima su calidad futbolística: no logramos apreciar su destreza técnica, su planteamiento táctico ni su esfuerzo personal. Lo manifestamos sin intención alguna de ofender sino con el más sincero espíritu de crítica constructiva. Puede que nos equivoquemos o tal vez tengan ustedes un mal día, así que no queremos emitir un juicio categórico». O al menos eso me pareció escuchar. Y al hacerlo percibí la sonoridad de las palabras, la eficacia expresiva de las frases, la facilidad en la rima, el contundente patrón rítmico y, en fin, la elegancia del conjunto. Incluso sonreí al captar la arriesgada expresión «baja estima», que es lo que yo creo que llevó al inspector de la Liga a resumir el razonado cántico en el malsonante «Puta Barça, oé». Menos mal que la LFP impone unas normas lógicas porque se dice en la obligación de denunciar «la entonación de cánticos que incitan a la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte». Imagínese que en los estadios se pudiese cantar «Puta Barça, oé». Las calles serían un hervidero de bandas y ku klux klanes, se sucederían los robos, los atracos, los asesinatos. España se rompería.

Por suerte, ahí está la LFP metiendo todo en el mismo saco. Y debería sancionar incluso a quien hable en las gradas. Por violento.

angel.paniagua@lavoz.es