El ciclista que burló a la ceguera

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

VIGO

cedida

Porto, que ve un 9 % y vende cupones, acumula seis medallas en mundiales y dos olímpicas

09 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Año 1986, Álvaro Pino gana la Vuelta a España y todos los niños de Ponteareas quieren emular al

líder del BH. Entre ellos, José Enrique Porto, entonces un chaval de nueve años, deficiente visual de nacimiento por mor de una infección umbilical que afectó al nervio óptico y que le dejó con un 9 % de visión. Tres décadas después, aquel jovenzuelo suma hoy, a los 37 años, dos medallas olímpicas y seis mundiales en ciclismo adaptado en la modalidad de pista (practica las pruebas del kilómetro y velocidad, en donde puede alcanzar los 75 km/h). La última, una plata en el Mundial de Holanda. Y sin poder dedicarse a tiempo completo a su pasión de la bicicleta, porque para ganarse la vida, cada mañana vende el cupón de la ONCE en el barrio madrileño de Orcasur (Usera).

La tenacidad para hacer realidad su sueño la traía de serie. De muy pequeño metió la rueda delantera de la bici en un bache y se rompió dos dientes «pero colleu máis medo miña nai ca min. Á semana xa estaba montado de novo, aínda que ela non quería», recuerda el ponteareán, que se pasó su infancia saliendo en bici al monte, paseando con los amigos y que incluso hizo sus pinitos en el atletismo antes de descubrir el tándem. «No ano 96 -recuerda- coñecín ao meu amigo José (Rodríguez) que foi quen me dixo que había carreiras de tándem e que se podía facer ciclismo». Aquel anunció fue una bendición para él, que poco después fichaba por el Aluminios Alca padronés, su primer club.

Desde entonces, todo ha ido sobre ruedas en la vida de José Enrique Porto. Por motivos de estudios (osteopatía y masaje terapéutico) se marchó a Madrid en el año 1997. Entonces su modalidad era la carretera y llegó a proclamarse subcampeón del mundo de contrarreloj en el 2003. Pero antes de Pekín, la ruta de la vida le tenía preparada una nueva sorpresa: padeció un accidente y se quedó sin acudir a los juegos. «Entón decidín de que tiña que pegarlle un cambio de rumbo á miña vida».

Fue cuando apareció la pista. Le presentaron a José Antonio Villanueva, su piloto desde entonces, y el equipo funcionó desde las primera pedaladas, ya que a los pocos meses (era el 2009) ya subieron al podio en el mundial de Manchester. Por partida doble: plata en velocidad y bronce en 1 kilómetro. Dos años después repitieron tercer puesto en Italia y a continuación llegó el sueño olímpico en Londres, con plata en el kilómetro y bronce en velocidad, metal y modalidad que renovaron en el Mundial de México en el 2014.

El último éxito de rango internacional llegó el pasado mes de marzo con la plata en velocidad, marcando su mejor registro de todos los tiempos. Una medalla de inmenso valor teniendo en cuenta el escenario. Mientras la élite de este deporte recibe de media 180.000 euros en becas, Porto se tiene que conformar con los 8.000 que le reportaron las dos medallas de Londres y para completar el sueldo, cada mañana, antes de entrenar, vende el cupón en la zona de Orcasur «e dende logo que se nota a crise».

Por las tardes entrena, con Villanueva, seis días a la semana, a razón de un mínimo de cuatro horas, ya sea en el gimnasio, rodando en carretera o acudiendo a un velódromo, un problema mayúsculo que le obliga a moverse a Valencia y a Portugal. «Ás velocidades e ritmos que se vai -relata- se non adestras seis días non es ninguén». En parte, porque las bicis han pasado del acero al aluminio-carbono.

Con más de 20 años en la élite, y con la medalla al mérito deportivo del CSD en sus vitrinas, José Enrique se ha marcado fecha de caducidad. La próxima primavera quiere conseguir el billete olímpico y escribir su última página en la élite en los Juegos de Río. «Levo moitos anos na alta competición e será o punto e final». Tres décadas después de romperse dos dientes y escuchar el clamor del triunfo de Álvaro Pino.

«Sendo neno rompín dous dentes nun bache, pero colleu máis medo miña nai ca min, logo volvín a montar»

Ciclista paralímpico de Ponteareas