Es el capitalismo

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland LA BUJÍA

VIGO

28 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Decía John Kenneth Galbraith que, bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre. Y que, bajo el comunismo, es exactamente lo contrario. La frase es pesimista, pero no le falta razón. Ambos sistemas tienen una teoría agradable, pero necesitan unos férreos mecanismos de control para que no se desboquen. Hay ejemplos aberrantes en la historia de injusticia social y económica bajo uno y otro régimen.

Por eso no debemos olvidar en qué sistema vivimos. Esto es el capitalismo. Así que nada hay extraño en que acaben de arder en Sogama 90.000 prendas de ropa falsificadas, incautadas en A Pedra. La idea de la juez era donar estos polos, camisetas y pantalones a organizaciones benéficas. Pero la fiscalía se opuso. Y no porque haya un malo de la película en el ministerio público. Simplemente, porque las marcas perjudicadas pidieron la destrucción. Y están en su derecho. Es lamentable haber incinerado ropa que habría dado vestido a tantas familias necesitadas. Pero no es para rasgarse las vestiduras. Es el sistema en el que vivimos. Se llama capitalismo y se atiene a sus leyes.

En El Ejido (Almería), los agricultores destruyen todos los años el 15 % de su producción para mantener los precios. El pasado diciembre, en Aragón se quemaron 80 millones de kilos de fruta, porque tras el bloqueo de Rusia producto de la invasión de Ucrania, había sobreproducción y era más caro comercializarlos que destruirlos. En Murcia, antes de la última Navidad se incineraron 14 millones de piezas de lechuga iceberg, porque no querían que se desplomase su cotización. Mientras mucha gente en España no tenía qué comer durante las fiestas.

Son datos de hemeroteca, no se ocultan a nadie. Como, tampoco, que los ciudadanos españoles tiran a la basura en sus casas cada año 9 millones de toneladas de alimentos en buen estado. Una cifra que, en toda Europa, asciende a 69 millones.

Así que lo de los 90.000 polos, camisetas y pantalones es una gran pena. Pero no se sale de la normalidad. Es el sistema económico que nos hemos dado, que puede convertirse en un monstruo si no hay mecanismos muy fuertes de control político y popular. El capitalismo y sus sociedades anónimas ni sienten ni padecen. Ni son mejores ni peores en sus hechos. Sería igual de absurdo juzgarlos que juzgar el comportamiento de un depredador en la selva. Actúa según su naturaleza. Otra cosa es que quieras meter un tigre en casa. Y, cuando nuestros políticos bajan la guardia, o se venden a ciertos intereses, es lo que están haciendo.

Por tanto, a mí me revuelve el corazón pero no me asombra en absoluto lo de la ropa incinerada. Es el capitalismo. O al revés.

eduardorolland@hotmail.com