400 toneladas de basura en Navidad

Antón Lois VIGO / LA VOZ

VIGO

<span lang= es-es >Papanoelada</span>. Cientos de  motoristas vestidos de Papá Noel recorrieron ayer las calles de Vigo en la quinta edición de la llamada Papanoelada. Para participar es condición indispensable ir vestido con el traje del personaje navideño, llevar caramelos y, como mínimo, un kilo de comida no perecedera para colaborar con el Banco de Alimentos de Vigo. Al finalizar, como siempre, tuvo lugar la fiesta motera.
Papanoelada. Cientos de motoristas vestidos de Papá Noel recorrieron ayer las calles de Vigo en la quinta edición de la llamada Papanoelada. Para participar es condición indispensable ir vestido con el traje del personaje navideño, llevar caramelos y, como mínimo, un kilo de comida no perecedera para colaborar con el Banco de Alimentos de Vigo. Al finalizar, como siempre, tuvo lugar la fiesta motera. Xoán Carlos gil< / span>

La mayoría de los productos típicos que se consumen estos días en las mesas que se pueden permitir algún exceso recorrerán una media de 5.000 kilómetros

21 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Recta final. Llega la Navidad y ya tenemos la parafernalia montada, empezando por los atascos y las lucecitas navideñas, ambas cosas tan tradicionales en la ciudad.

Esto de las luces es el símbolo externo más evidente de las fechas, y a presumir de su compromiso ambiental, que una cosa no quita la otra, se apunta siempre el Concello. El problema es que la eficiencia energética conseguida por el uso de iluminación LED queda contrarrestada al aumentar una semana su encendido. Si a eso le sumamos pasar de 1.100 a 1.900 motivos navideños luminosos el balance final del alumbrado supondrá unas emisiones aproximadas de 1.000 toneladas de CO2. Un derroche económico y ecológico difícilmente explicable en las actuales circunstancias, especialmente cuando de forma paralela los trabajadores de servicios sociales del Concello llevan meses denunciando el colapso de su departamento. Pero tampoco estéticamente resulta gran cosa. La evidencia muestra que un solo motivo navideño, como el árbol luminoso de la Porta do Sol, resulta más atrayente que miles de bombillas esparcidas por la ciudad, y considerablemente más barato.

De todas formas, el arbolito luminoso no da el pego para los cada vez más proscritos perros urbanos. Un dato a tener en cuenta será la entrada masiva de perros y gatos abandonados con ocho meses que llegarán a la protectora de animales y Proyecto Gato al principio del verano de 2015. Son una buena parte de los que esta semana alegrarán las Navidades en muchos hogares vigueses. Nunca deberíamos de comprar una mascota, siempre tendríamos que adoptarla, pero incluso la adopción debe ser una decisión consciente y meditada, no un impulso navideño irreflexivo. No son juguetes y quizás para los niños y niñas viguesas el mejor regalo de Navidad podría ser apuntarse como voluntarios en las protectoras de animales de la ciudad. Comprobar en vivo cómo nuestra protectora local, que de forma digna podría atender a unos 200 perros, rara vez acoge a menos de 500, es la mejor manera de ser conscientes de la responsabilidad que implica la decisión de compartir tu vida con un animal doméstico. Una vez pasado ese período de aprendizaje? adelante: adopten. Porque un ser vivo no es como un arbolito de plástico, cada vez más presente en nuestras casas, que no es mala opción, pero la idea es que el arbolito artificial se guarde pasadas las fiestas y sea reutilizado muchas veces. Si cada año tiramos el abeto de plástico por aquello de que en el «todo a 100» son muy baratos y ya se comprará otro el año que viene, no hacemos más que incrementar el consumo sin sentido, y de paso la generación de residuos que en las fechas clave de las Navidades superan las 400 toneladas diarias. Una enorme montaña de basura, que por fortuna va a menos, y en la que todavía es frecuente encontrarnos árboles tirados junto a los contenedores al terminar las fiestas.

Pocas imágenes invitan a reflexionar de una forma tan impactante sobre nuestra desconexión con la naturaleza, de la que dependemos, como la de un árbol considerado basura una vez terminada su función decorativa. A partir del 7 de enero nos tocará el tradicional tour de rescate, al menos de los que todavía sean recuperables, pues la mayoría ya están secos.

Las pasadas Navidades solamente conseguimos salvar un 3 % de los que encontramos en la basura, con el problema añadido de ser especies exóticas y el dilema moral de ser conscientes de que ecológicamente tampoco es una idea brillante plantarlos en nuestro entorno, pero nos pierde verlos como individuos, antes que como especies. El humorista Perich decía: «Fíjate si la naturaleza será sabia que en cuanto puede huye de las ciudades».

Y finalmente no nos olvidemos del consiguiente atracón gastronómico que se avecina. La mayoría de los productos típicos de las mesas que puedan permitirse algún exceso, recorrerán una media de 5.000 kilómetros para llegar a Vigo. Si analizamos el impacto ambiental y social, por ejemplo, de los langostinos que nos vamos a zampar alegremente, y lo que implican en destrucción de manglares y arrase de fondos marinos, quizás podríamos pensar que consumir productos de temporada, de producción local, y producidos con criterios ecológicos puede ser una forma eficaz para lograr que la celebración no se traduzca en aumentar la presión sobre un planeta que ya muestra claros síntomas de agotamiento. Pero no olvidemos los regalos, claro. Papá Noel, que es un tipo con criterio, seguro que se acuerda de que en Vigo existen varios establecimientos que ofrecen productos de comercio justo con bonitas propuestas para regalar a los seres queridos. Resumiendo: que tengan ustedes unas felices fiestas, cosa que no es incompatible con la moderación, la consciencia, la solidaridad y con pensar un poco en los procesos ecológicos que nos mantienen vivos.