23 dic 2014 . Actualizado a las 13:26 h.

Vaso medio lleno, vaso medio vacío. En función del color del cristal, de afinidades políticas o de cómo nos vaya en la feria, lo vemos de una forma o de otra. Pero eso no cambia la realidad como bien sabemos. Rajoy, sin ir más lejos, sabe que la recuperación económica se mueve, pero lo hace a lomos del caracol, no del galgo, lo cual no le impide tratar de hacernos creer que el vaso rebosa. Pero no cuela.

En las Antípodas, muchos sostienen que en Vigo no se mueve una brizna, que todo es negro, negrísimo y que a saber cuándo veremos la luz. Que la locomotora industrial sigue gripada. Pues tampoco. Porque si bien es cierto que la luz sigue esquiva, no es menos cierto que hay lucecitas. La última en encenderse lo ha hecho en forma de furgoneta. Nunca una K fue objeto de tantos titulares a cinco columnas. ¿Que garantizarse el encendido de la lucecita ha tenido un coste para la plantilla de PSA? ¿Que va a tener también un coste para las empresas que quieran suministrar piezas para la K-9? Sin duda, pero no hay negociación en la que no quede algún pelo en la gatera. Lo sabe bien el presidente del clúster de la automoción, Luciano Martínez Covelo: «Tomaremos las medidas que haga falta para no dejar escapar las piezas del nuevo modelo».

El otro sector industrial de la ciudad por antonomasia, el naval, tampoco tira como se pensaba que podía hacerlo a estas alturas. Marcha al ralentí. Nada de luces, pues. Lo cual no significa que todo sean sombras. Barreras construye un barco y acaba de firmar otro; Freire ídem de lienzo, en Armón no faltan pedidos, y Metalships y Cardama se encomiendan a las reparaciones mientras tratan de cerrar nuevos contratos. Más lucecitas, pues. Eso sí, con Vulcano en el papel de patito feo.

Los comerciantes coinciden en que algo empieza a moverse. Lo dicen porque, al fin, en sus cajas hay más lucecitas que telarañas. Definitivamente, es Navidad.

soledad.anton@lavoz.es