Pescar en rotondas

VIGO

11 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Seamos claros: es solo una rotonda. Nada más. Será muy grande, muy vistosa, muy transitada y una de las pocas de la ciudad con buena visibilidad, pero no es más que una glorieta. No hablamos de la distribución equitativa de la riqueza, la paz en el mundo o el hambre en los países pobres. No es ninguna gran causa. No es tampoco el aborto, la reforma del sistema sanitario o los recortes en la dependencia. Es solo un trozo de asfalto con un jardín en forma de círculo encima. La rotonda del Alcampo de Coia. Nada más. Sin embargo, la decisión del gobierno local de instalar allí el mítico arrastrero Bernardo Alfageme ha cabreado a muchos ciudadanos y algunos de ellos hasta hacen turnos para evitar que el Concello prosiga con las obras. Vaya por delante mi respeto a todos los que, sea cual sea su causa, salen a la calle a dejarse la garganta y el tiempo libre en aquello en lo que creen. Pero si hay causas que me sorprenden, una rotonda me sobrecoge.

Y, sin embargo...

El problema no parece solo de una rotonda. A la gente le cabrea que los gobiernos ni siquiera se paren a preguntar a los afectados por sus medidas. Se supone que son tics de otra época. Reuniones con asociaciones, sondeos por Internet... Hay mil maneras de que participen los ciudadanos. En Vigo, donde los partidos se niegan a dar explicaciones hasta sobre las investigaciones de corrupción y donde se lamina todo atisbo de crítica, la transparencia en la gestión pública es una quimera y la participación de los ciudadanos en las decisiones no alcanza aún la categoría de sueño.

La gente pide renovación y los partidos se dedican a sustituir nombres como quien cambia cromos en el bus del cole. Pero que los ciudadanos no toquen sus decisiones. No entienden que la nueva política es esa. También en las rotondas.

angel.paniagua@lavoz.es