El legado artístico de Policarpo Sanz descansa en Castrelos

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Casi 350 bultos fueron trasladados al futuro museo por el albacea del filántropo

09 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Oya, Sobrino y Rodríguez Elías daban cuenta al alcalde Emilio Salgado Urtiaga del depósito en el pazo Quiñones de León de los algo más de 340 bultos que conformaban el legado artístico de Policarpo Sanz, fallecido casi cincuenta años antes. El acto se producía el 5 de diciembre de 1935 durante una sesión del Patronato del Museo y Parque Quiñones de León. Los tres miembros del patronato destacaron que con esa donación «el museo se hace importante», no en vano, estaba compuesto por una buena cantidad de pinturas italianas, holandesas, flamencas, españolas y francesas de los siglos XVII y XVIII. Oya, Sobrino y Rodríguez Elías habían estado presentes semanas atrás en el pazo cuando el albacea testamentario de Policarpo Sanz, Fernando Conde, se presentó, previo aviso, con los cuadros, muebles y otros objetos de arte pertenecientes hasta entonces a Irene Ceballos, viuda de Policarpo Sanz.

Era un paso más en el camino de apertura del museo municipal, uno de los fines del traspaso de la propiedad del pazo once años atrás, cuando el marqués de Alcedo donaba la propiedad de su hijo fallecido a cambio de una serie de condiciones económicas y protocolarias. Sin embargo, hubo que esperar unos años a que el Concello de Vigo tomara posesión real de la propiedad, ya que estuvo usufructuada por Mariana de Whyte, viuda de Fernando Quiñones de León y Elduayen, décimo marqués de Valladares y séptimo de Mos, último propietario del pazo. El Concello compró ese usufructo por 125.000 pesetas, pagadas en varios plazos, que se prolongaron hasta el verano de 1934.

Río Lougares

Un año antes, el Concello tomó posesión del espacio, que abrió a la ciudadanía el 21 de mayo de 1933. El entonces alcalde Emilio Martínez Garrido decía en El Pueblo Gallego que la Comisión de Cultura y Arte preparaba la creación del patronato rector, y que las arcas municipales tendrían que abonar unas 50.000 pesetas anuales para conservar aquel espacio. Curiosamente, en el diario vigués se nombra el río que pasa por la finca como Lougares y no Lagares, como lo conocemos hoy en día.

A partir de entonces, la actividad se intensifica dentro de la finca. En enero de 1935, José Rodríguez Iglesias dona dos óleos de Fierros, pintados en 1856, y tres meses más tarde se aprueba el patronato, que regirá el lugar.

En mayo de ese mismo año, el Ayuntamiento fija el precio de la entrada al parque. Costará diez céntimos de peseta para los mayores de diez años. Las visitas se realizarían todos los días entre las 10 y las 18.00 horas, y estaba prohibido tocar las plantas y coger flores.

En octubre, el día 13, durante una visita a Vigo de una excursión procedente de Santiago de Compostela, Castrelos acoge «un festival recreativo» amenizado por la Banda de Música de Compostela. Pudo ser una de las primeras actuaciones musicales públicas que acogió este emblemático espacio. A las 16.30 horas fue descubierto el monumento erigido en homenaje de «gratitud al donante», marqués de Alcedo. Ese busto, realizado por Santiago Rodríguez Bonome y pagado por suscripción popular, estuvo hasta no hace mucho en la verja de entrada del pazo, pero la dirección del centro lo retiró.

En la reunión del patronato del 5 de diciembre se acordó proceder cuanto antes al cierre de la finca con una verja, para lo que ya había varios presupuestos. Asimismo, decidieron nombrar secretario vitalicio a Avelino Rodríguez Elías del archivo histórico del museo, paso previo para su organización. Días después se realizó una subasta de madera procedente de árboles del parque, y ya a comienzos del año 1936 se establecieron las secciones de trabajo en el museo.

Todo estaba dispuesto para la inauguración del museo a finales de julio de 1936, algo que impidió el golpe de Estado dirigido por Francisco Franco. Hubo que esperar al año siguiente para que los vigueses pudieran conocer el interior de este museo. Fue el 22 de julio de 1937, a media tarde. Aquel día estuvieron todas las autoridades civiles y militares, que pudieron recorrer las once salas en que dividieron el museo, y apreciar algunos cuadros de nombres que hoy siguen estando en entredicho, como Goya o Rubens.

En las sala primera y segunda se podían ver diez y ocho cuadros cedidos por el Prado por la intervención del presidente honorario del patronato Francisco Javier Sánchez Cantón. En las cuatro siguientes salas estaba expuesto el legado de Policarpo Sanz, mientras que en la sala séptima se situaba un depósito del Museo de Arte Moderno de Madrid. Las salas octava y novena fueron dedicadas a artistas contemporáneos, en su mayoría gallegos. En las salas restantes y demás dependencias se colocaron obras de distintas procedencias.

Aquel patronato ya no contaba contaba con el historiador Avelino Rodríguez Elías, obligado a exiliarse para librarse de la muerte.