Reboredo, arropado hasta el fin

c.p. vigo / la voz

VIGO

Edmundo Reboredo, padre de David, es acompañado por dos de sus hijos antes del oficio de despedida celebrado en Pereiró.
Edmundo Reboredo, padre de David, es acompañado por dos de sus hijos antes del oficio de despedida celebrado en Pereiró. xoán carlos gil< / span>

Infinidad de personas despiden al vigués para el que se reclamó su indulto

24 nov 2014 . Actualizado a las 17:01 h.

La larga lucha que David Reboredo libró para evitar la cárcel y recuperar después la libertad tuvo durante el día de ayer un notable reflejo en el adiós que su familia y la sociedad viguesa le brindaron en su sepelio. Infinidad de personas, representantes de todo tipo de colectivos y organizaciones volvieron a mostrar en el tanatorio de Pereiró el mismo afecto que durante meses se prestó a él y a su familia para tratar de convencer al Gobierno de que suspendiese la ejecución de la sentencia que le empujaba a la cárcel a destiempo por el tráfico de dos papelinas de heroína años antes de haberse reinsertado y abandonado el mundo de las drogas. Miles de firmas, protestas y hasta la huelga de hambre de un escritor no evitaron su encarcelamiento, aunque sí redujeron su estancia en A Lama, para cambiar sus pernoctaciones del penal al centro de inserción de la avenida de Madrid.

«Estoy orgulloso de mi padre», fueron las primeras palabras que David pronunció tras recobrar la libertad en marzo del 2013, aunque aún le faltase un año más para lograr el tercer grado y poder dormir sin condiciones en su hogar. «El gran luchador es él, que llevó la peor parte, porque estaba allí, en solitario, luchando contra todos», le contestaba emocionado su padre Edmundo Reboredo. El progenitor, ayer notablemente emocionado, se convirtió en el símbolo de una lucha que el padre de David quiso siempre, con su discurso reflexivo y de gran construcción verbal, hacer extensivo a todos los que se veían como su hijo abocados a la cárcel pese a haber reconocido y reparado su error.

«Que mi caso sirva para que se cambie la ley y los toxicómanos no vayan a la cárcel», proclamaba David como conclusión a su encarcelación.

Su hermano Marco rememoraba ayer que tras obtener la libertad condicional en abril de este año David volvió a vivir un período de vitalidad y ganas de realizar proyectos como no registraba desde hacía años. Dos meses más tarde los efectos del cáncer en su cerebro le cortaba de nuevo sus planes.