El vendedor, que atiende el puesto junto su mujer, Amparo, considera que no es de recibo, nunca mejor dicho, lo que tiene que pagar. «No entiendo qué es lo que pretende el Concello, a no ser que su intención sea eliminar puestos de trabajo. Tenemos todos los papeles en regla y no me parece justo. Es mucho dinero para nosotros. Es insostenible», indica José, agobiado.
El rasero es muy diferente para las terrazas de los bares y restaurantes. Al amparo de la crisis, el Ayuntamiento vigués aplica desde hace tres años una rebaja del 70 % por la ocupación de la vía pública por la instalación de mesas, sillas y sombrillas.
La tasa cero ha desbocado la codicia del gremio, que se ha expandido sin medida por las calles, dejando apenas espacio para el paso de los transeúntes y sin que haya ningún tipo de control.