«Estoy esperando que ocurra un milagro, no tengo ni para cortarme el pelo»

María Jesús Fuente Decimavilla
María Jesús Fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

El cheque familia concedido por el Concello ha pasado en un año de 1.700 a 276 euros

24 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Con solo 38 años tiene a su cargo cuatro personas: su mujer y tres hijas. Profesional del sector naval, la crisis se ha cebado con él desde que hace seis años se quedó en paro. Desde ese momento los esfuerzos de Miguel Ángel San Martín se han centrado en hacer todo tipo de malabares con las cifras para sacar adelante a su familia. Que la suerte no le ha acompañado lo demuestra lo sucedido al quedar desempleado. «Iba a firmar un contrato y poco antes, al llevar a mis hijas al colegio, tuve un accidente de tráfico que me produjo lesiones y me dejó tocada la espalda», explica. Si hubiese sido al revés, primero la firma del contrato y después el siniestro, la situación hubiera sido radicalmente distinta, tal como reconoce.

Desde entonces no ha levantado cabeza y ha tenido que vivir con 523 euros que le aporta la Xunta a través de la Renta de Integración Social de Galicia (Risga). A esta cifra se vino a sumar el pasado año el cheque familia del Concello de Vigo con el que logró 1.700 euros anuales, lo que le permitió pagar algunos pufos.

Este año no ha conseguido ni eso. El cambio de las bases para la adjudicación de los cheques familiares del Concello le ha perjudicado de tal forma que solo le han correspondido 276 euros para todo el año. «He reclamado, pero ya me han adelantado que no me haga ilusiones porque parar lograr una cantidad superior tendría que pagar una media de alquiler de trescientos euros para arriba», comenta. Su solicitud tenía por objeto lograr una ayuda económica para gastos de alojamiento, suministros y alimentación.

«Pago 146 al mes del alquiler de una vivienda de protección oficial. Antes de quedar sin empleo había solicitado la compra, pero al quedar en paro no pude pagarla y tuve que alquilarla», explica Miguel Ángel. A esos 146 euros tiene que sumar otro 84 de la comunidad, que no puede dejar de pagar bajo ningún concepto, y 25 de agua caliente, con lo que ya suman 255 euros fijos al mes. «Si dejas de pagar el piso porque no puedes, la Xunta es más flexible, pero la comunidad de vecinos hay que pagarla, sino, enseguida te demandan», apunta.

Los gastos se siguen disparando con unos 60 euros más por electricidad, al ser la mayoría de los electrodomésticos eléctricos. «Debo dos años de IBI porque aunque la vivienda es en alquiler, hay que pagarlo. Ahora voy a ver si puedo eludir los 80 del recibo de la basura», dice un tanto escéptico. Eso, cuando no es invierno y tiene que encender la calefacción para evitar que sus hijas se mueran de frío. Funciona con gas y puede llegar a suponer otros cien euros.

«Estoy esperando que ocurra un milagro, no tengo ni para cortarme el pelo, y la ropa, me arreglo con la de siempre», añade.

Pese a ello, ha tenido el humor de ponerse a estudiar y de aprobar la ESO por libre. Después empezó el bachiller para adultos en el politécnico. «Lo hago para ver si puedo encontrar trabajo en otra cosa, sigo echando currículos», asegura este vecino de Vigo. Reconoce que hay gente que aún está en peor situación que él, pero también mejor y le preocupa su familia. Da gracias por tener, al menos, un techo en el que vivir más o menos barato.

Mientras que ocurre ese milagro, Miguel Ángel San Martín va capeando la situación como puede: «Unos meses pago unas cosas y otros meses, otras y cuando llegan los puntos nos ponemos a pre». Se refiere a lo que le paga la Xunta por tener hijos menores a su cargo y unos ingresos tan ínfimos. Son 425 euros anuales repartidos en dos pagas, lo que significa 25 euros al mes por cada una de las tres hijas.

Cualquier cantidad es bienvenida para la familia de Miguel Ángel San Martín, quien hace las cuentas de una manera pasmosa, acostumbrado como está a arañar un euro tras otro. Sobre todo, en épocas tan complicadas como la del inicio del curso escolar, en septiembre.