Una Iglesia sin miedo

VIGO

23 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Reclama el papa una Iglesia «que no tenga miedo». Y el temeroso Obispado de Tui-Vigo no quiere informar sobre qué ocurrió con esa asociación religiosa conocida como Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, de Oia, investigado por prácticas sexuales y fraudes económicos. Un comunicado escueto y la advertencia de que no contesta preguntas, a la manera de los concejales que ahora pueblan los juzgados, ha sido toda la respuesta del gobierno eclesial.

Ordena Francisco -como ya ordenó Benedicto XVI-, que no haya miramientos ante las sospechas de abusos, que se aparte a sus responsables de inmediato y que se remitan a la justicia ordinaria. Y el caso de esa asociación no llegó al juzgado hasta ayer, dos años después de que la Diócesis recibiera las primeras denuncias.

Expresa el obispo de Roma su «dolor» por que mucha gente pase de la iglesia después de sentir que esta «le cerraba las puertas en la cara». Y el Obispado de Tui-Vigo cierra las puertas a cualquier explicación a los fieles y a la sociedad sobre su proceder en este caso. ¿Por qué tardó medio año simplemente en encargar a una persona que investigase las graves denuncias contra la asociación?

Prefiere el Jorge Mario Bergoglio «una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades». Pero, la Diócesis prefiere enclaustrarse en sus muros, por si acaso enferma de transparencia. ¿Por qué el obispo no apartó cautelarmente al líder de la organización hasta un año y medio después de las primeras denuncias, que lo acusaban de convencer a los suyos de que San Miguel se introducía en su cuerpo y para purificar a las mujeres tenía que someterlas a prácticas sexuales?

Temor, miramientos, puertas cerradas, seguridades. Esa es la respuesta al dolor y a la inquietud. ¿Esa es la Iglesia sin miedo?

angel.paniagua@lavoz.es