Diez familias viven atemorizadas por los árboles de la Finca do Conde de Gondomar

Monica Torres
m.torres GONDOMAR / LA VOZ

VIGO

Los vecinos aseguran que ya han caído ramas y advierten de los posibles riesgos

23 oct 2014 . Actualizado a las 07:52 h.

El volumen de la floresta del Pazo do Conde de Gondomar, que sobrepasa los límites de los muros que circundan este espacio protegido, «supone un riesgo para la integridad de los que circulen por el entorno». Así lo consideran una decena de familias de la urbanización Miñor, ubicada del otro lado del vial y que, desde hace años, reclaman que se limpie y asegure la zona. También la dueña de la finca contigua, en la que aseguran, ya ha habido un accidente por la caída de una rama del jardín que se precipitó sobre su yerno hace tres años.

«Yo ya había alertado de que se había caído una rama antes, pero nadie hizo nada y cayó otra que me dejó enterrado», afirma José Antonio Bautista. Indica que su caso está denunciado por vía judicial y que también han llamado en varias ocasiones a la Policía Local por las ramas que caen en su finca. Su principal preocupación se centra en el muro perimetral ya que está cediendo en algunos puntos por la presión del arbolado de la Finca del Conde.

Todos saben que el conjunto tiene la máxima protección por ser un bien de interés cultural, al igual que su centenario jardín. «Nosotros lo que pedimos es que se haga un mantenimiento de la finca, que se quiten las especies invasoras del perímetro, como las acacias», afirma Berta Rodríguez. Esta vecina transmite la preocupación vecinal. «Estamos desesperados porque tenemos miedo a que nos caigan los árboles encima, llegando el invierno todo esto es una alfombra», sostiene.

Mantenimiento

Los afectados llevan entre doce y dieciséis años residiendo en la zona. Dicen que durante este tiempo casi no ha habido labores de mantenimiento más allá que el que hace la maquinaria municipal cuando limpia aceras. «Cuando llegamos las acacias y las tuyas eran pequeñas pero ahora superan los treinta metros de altura», manifiestan. Ángeles Yepes insiste en los riesgos cuando hay vendavales. «Solo pedimos que limpien lo que se nos viene encima». Reyes Cachado señala que «ya en el 2002 se cayó una rama delante de un autobús con 53 niños, eso no se olvida porque pudo ser una tragedia». Aseguran sentirse «amenazados» por la frondosidad y altura de las acacias. José Antonio Gómez insiste en los riesgos potenciales. «Para que nos hagan caso tiene que haber una fatalidad», se pregunta destacando que «acudimos a la prensa porque estamos cansados, no confiamos en la administración». Afirman que han recibido la callada por respuesta a las solicitudes que personalmente y por escrito han presentado ante el Concello y la Xunta.

El gobierno local confirmó ayer que envió un requerimiento al propietario del pazo para que limpie la zona que limita con la vivienda contigua. Las mismas fuentes reiteran que se trata de un BIC y que, como tal es un espacio protegido.

Bien protegido

El Conde de Gondomar, Gonzalo Fernández de Córdoba, se manifiesta en la misma línea. «El pazo del siglo XVI y el jardín, con 150 años de antigüedad, es un bien de interés cultural protegido, por lo que cualquier actuación precisa de autorización expresa de la Xunta porque no se puede tocar. No puedo hacer nada».

Entiende que la distancia a la que se construyó la urbanización puede no ser la adecuada por ley. En cualquier caso, afirma, «se levantó cuando el espacio ya estaba protegido, sabiendo los posibles problemas que podría acarrear». Destaca su carencia por la villa e implicación. «Mi familia y yo somos tan de Gondomar como cualquier otro vecino».