Caer, caerá

VIGO

11 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Todo el mundo sabe a estas alturas que fue construida hace 53 años (el domingo se cumple el aniversario exacto de la inauguración) en un contexto significativamente diferente al actual: erigida por una dictadura que pudo derribar al legítimo gobierno republicano gracias a la ayuda militar de Hitler y Mussolini, líderes de sendos gobiernos fascistas, algo que ahora suena a historias del abuelete. Y simplemente se debate si un monumento que elogiaba a los vencedores de esa contienda fratricida y la brutal represión en la retaguardia, caso concreto de Vigo, debe permanecer en pie.

Si en vez de dos palos en formas de cruz fueran cuatro cerrando un cuadrilátero o una circunferencia, no habría ninguna duda: ya estaría demolido. Pero al utilizar el símbolo de la Iglesia Católica los poderes fácticos se tientan la ropa. Tanto se la tientan, que no encuentran la llave que abre la puerta a su eliminación por más que un juez se lo haya puesto en bandeja a un alcalde socialista, del mismo partido que el que impulsó la ley de la memoria histórica que obliga a dar carpetazo a estos recuerdos de un negro pasado.

Solo falta por fijar la fecha, aunque el regidor del PSOE, ocupado como está en leer las biografías de próceres en cuyo espejo se mira como Churchill, Miterrand, Adenauer o Fraga (este quizás a escondidas), no lo intuye.

Caer, caerá, y el motivo es bien sencillo: hay una parte significativa de la sociedad viguesa que lo desea fervientemente y son muy pocos los que defienden su existencia. Es cierto que quizás a la mayoría le da igual, pero se trata del sector que siempre defiende el statu quo y a la que si la derriban le importa poco.

En esas condiciones durará 53 días, 53 meses o los que sean, pero la cruz de O Castro tiene su destino sellado y solo falta que llegue el momento. Abel Ramón no lo quiere ver, pero caer, caerá. Seguro.

juanmanuel.fuentes@lavoz.es