Competitividad cero

Enrique V. Pita

VIGO

09 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un viaje a los 6 países que integran el corazón económico de Europa es suficiente para demostrar por qué los servicios públicos en Vigo no están a la altura de la competitividad que el turista exige hoy a una ciudad. Por ejemplo, un viajero que llegue a las 23.15 horas a la estación de trenes de Guillemine, en Lieja, en Bélgica, se llevará la agradable sorpresa de que hay una cola de buses esperando por los pasajeros al filo de la medianoche para llevarlos al centro, a dos kilómetros. Pruebe alguien a bajarse en el tren que llega a Vigo pasadas las once de la noche y esperar sentado en la parada de Vitrasa. Algo falla. Quizás a los políticos vigueses no les preocupe esta falta de sincronización horaria pero seguro que a los millonarios que ayer desembarcaron en el crucero de lujo Seadream I no se les pasan por alto estos detalles que delatan si una ciudad es competitiva y cuáles se desviven por ser más innovadoras que nadie.

La solución más cómoda sería que una ciudad industrial como Vigo copiase a otras urbes para impresionar al turista con sofisticados reclamos y gatches. Por ejemplo, las estaciones de tren de Montparnasse-París, Lille o Bruselas-Midi, todas unidas por trenes veloces, han montado unas bicis estáticas para que el pasajero recargue su móvil mientras pedalea. Y hay pianos para que el viajero toque sus melodías preferidas. Los trenes ingleses llevan wifi gratis. En la estación de Colonia, en Alemania, hay unas máquinas para navegar por Internet por 50 céntimos y es posible tomar una ducha en un McClean por 7 euros. En Luxemburgo, ejecutivos y obreros paran ante la ventanilla de los bares a comprar perritos calientes con cebolla y seguir a toda mecha. Seguro que los echa de menos algún turista hambriento que pasee por Príncipe. El problema es que apenas hay mapas callejeros ni letreros en inglés que le guíen hasta la calle más comercial.

Otras ciudades han instalado sofisticados «gatches» para el turista

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