Renovar el Jonathan equivale a condenar la playa de Samil

Antón Lois AMIGOSDATERRAVIGO@TIERRA.ORG

VIGO

El Ministerio exige que no haya concesiones para ejecutar el proyecto de regeneración, con lo que éste seguirá bloqueado

31 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Disculpen este capítulo final sobre la recuperación de Samil, pero que no se diga que no lo intentamos hasta el último momento aprovechando que, por fin, a su manera, el alcalde se dignó a dar alguna explicación al respecto. La novedad es que, por si fuera poco lo de antivigueses, ahora resulta que quienes nos oponemos a la renovación del Jonathan somos también unos indocumentados.

En este caso no estuvo fino el alcalde con el calificativo, pues otra cosa no tendremos quienes nos oponemos a la renovación del Jonathan, que no olvidemos que se trata de la mayoría política, vecinal, social y ecologista de la ciudad, pero documentación precisamente hay para aburrir. Para empezar tenemos el dictamen científico de la Universidad de Vigo, que en este asunto es claro y contundente: para evitar la desaparición de la playa de Samil es imprescindible retirar todas las infraestructuras que se construyeron sobre su arenal.

Y por si fuera poco, contamos con el Plan Xeral de Ordenación Municipal, que dice lo mismo. También con el proyecto del Ministerio de Medio Ambiente. Nueva coincidencia. Por no mencionar los diarios de sesiones de Congreso y Senado en las que la entonces oposición del PP preguntaba al gobierno del PSOE, lo mismo que ahora el PSOE en la oposición pregunta al gobierno del PP al respecto. Da mucha risa comprobar que son las mismas preguntas y respuestas.

Y, finalmente, sin ir más lejos, tenemos hemerotecas en las que el propio alcalde ratificó durante años (justamente hasta hace unos meses) lo dicho en todos los documentos anteriores. Curiosamente, se trata de la misma documentación que maneja el alcalde. Por lo tanto, la pregunta pertinente sería ¿a qué se debe entonces este cambio de opinión del regidor? Es difícil encontrar respuesta, pero quizás podamos aportar algunas claves.

Cuatro ministros

Resultaría pertinente preguntar el motivo por el que la propia Elena Espinosa metió el proyecto en un cajón tras firmarlo y, siguiendo el orden cronológico, preguntar por qué hizo lo propio su sucesora, Rosa Aguilar, (que el alcalde, seguramente por despiste, no recuerda que también fue ministra de Medio Ambiente sucediendo a Espinosa a pesar de ser de su mismo partido) y a continuación por qué mantuvieron el proyecto bajo llave Arias Cañete y la actual ministra Tejerina.

La respuesta es sencilla: el proyecto nació, y así sigue, condicionado para su ejecución a que el Concello de Vigo, previamente, rescatase las concesiones de los establecimientos hosteleros de Samil o bien no los renovase una vez caducados. Pero no solo eso, sino que además el Concello debería, y así prometió en su día el alcalde (las hemerotecas, ya saben) derribar las instalaciones deportivas del final de Samil, en la desembocadura del Lagares. Esas eran, y siguen siendo, las condiciones previas que figuran en el proyecto ministerial y a ese condicionante se acogieron Espinosa, Aguilar, Cañete y Tejerina, aunque el alcalde solo recuerda a dos de cuatro.

Es fácil de entender: para que el Ministerio haga su parte antes el Concello debe hacer la suya, porque la cosa tiene ese orden lógico. Decir que «si el Ministerio pone el dinero se rescata la concesión y no pasa nada» es un brindis al sol. Sí que pasa algo, que hay que indemnizar al adjudicatario. Pero cuestiona el alcalde, y no le falta razón, que realmente el PP tenga voluntad, y ganas de poner el dinero para recuperar Samil, pero en cualquier caso, con la renovación del Jonathan el alcalde acaba de darle al PP la coartada y excusa perfecta para que ese proyecto de recuperación siga en un cajón 30 años más.

Ciertamente, si analizamos objetivamente la política ambiental del PP no encontramos motivos para el optimismo, aunque si hacemos lo propio con el PSOE por ahí andamos. Podríamos entrar en ese juego de juicios de valor y preguntarnos si quien fue en su día, como presidenta del Puerto, responsable del mayor atentado ecológico cometido contra la ría de Vigo, el relleno de Bouzas, resulta creíble como defensora de la regeneración de Samil. De la misma forma, podríamos preguntar a Teresa Egerique si resulta creíble que, con la Ley de Costas que aprobó recientemente su partido, y que apuesta justamente por la urbanización salvaje del litoral, se pueden erigir como valedores de su recuperación en Vigo, pero juicios de valor aparte, los datos siguen siendo concretos: solamente se salvará la playa retirando las infraestructuras existentes.

Amplia oferta actual

Y aquí nuevamente el alcalde nos intranquiliza con sus recientes declaraciones, absolutamente lo contrario de lo que él mismo decía hace un tiempo, justificando la renovación del Jonathan porque «hay que evitar monopolios y Samil no puede quedarse sin servicios».

Es una apreciación cuestionable, pues animamos al alcalde a que, la próxima vez que pase por la avenida de Samil, mire hacia el interior y cuente los establecimientos de hostelería que existen, que son unas cuantas docenas. De lo que se trata es de sacar los que están sobre la playa. Pero entonces ¿podemos deducir de sus palabras, consecuentemente, que si usted sigue siendo alcalde las siguientes concesiones, para evitar monopolios, también se renovarán? ¿Deducimos entonces que, los unos por los otros, entre el Concello y el Ministerio podemos dar por olvidado el plan de recuperar Samil?

Siguiendo con las preguntas: señor alcalde, el pardo de césped con palmeras y palmitos que instaló en el solar de As Dornas ¿cumple con las indicaciones para la recuperación del borde litoral de Samil que se indican en el proyecto que firmó con Elena Espinosa? En ese mismo solar ¿podría indicarnos donde está la duna recuperada, según dice la oficina de prensa del Concello? ¿Quizás está bajo el parque de mayores que, con todo el sitio que hay alrededor, anuncia usted que va a instalar precisamente allí?

En cualquier caso, si la renovación del Jonathan sigue adelante siempre podemos optar libremente como ciudadanía ir a tomarnos un café en ese establecimiento y sus vecinos? o no. Particularmente el firmante no piensa hacer consumición alguna allí.

Y por cierto, si a alguien le cobran 25 euros por un café en cualquier sitio, que presente una reclamación y lo denuncie en la oficina de consumo.