María Rozados estuvo durante trece años como limpiadora y cocinera en el colegio Los Sauces, y fue a raíz de su separación comenzó empezó a notar los efectos de la crisis. Se quedó sola con un niño pequeño y otra más mayor. Pero, como buena luchadora que es, comenzó a ayudar en el bar que poesía el que actualmente es su socio. Así fue como se lanzó al mundo de la empresa: decidieorn montar juntos un nuevo bar en una nueva zona para ella, la calle Barcelona. «Pasaba la gente por la calle, pero aquí no entraba nadie . Llega un momento en el que dices: ?Madre mía, ¿qué he hecho??», recuerda esta superviviente. Dice que «el bar es muy esclavo, son muchas horas, no tienes vida, tienes que pensar que si sales una o dos horas después las tienes que recuperar». Ser emprendedor no es de color de rosas y menos para una mujer de 47 años. María, «que siempre va a lo práctico», solicitó una subvención porque es la primera vez que se hace autónoma pero vio que todo eran inconvenientes para tramitarla, por lo que decidió tirar la toalla. «Si me mareas mucho y me va a costar más de lo que después realmente voy a recibir, no me compensa», declara con rotundidad. Ahora es feliz en el bar Triskel de la calle Barcelona.