Nemesia Pérez y Dolores Comesaña refieren historias muy similares. Si acaso, lo único que cambia es el volumen de afectados. En las cuatro plantas de la casa de la primera viven otras tantas familias, la propia y las de su hijos, diez personas en total, y en la segunda el matrimonio y un hijo de 15 años.
Ambas insisten en que de las obras salen gases, estiman que generados por la dificultad de construir una estación depuradora de aguas residuales sobre la anterior, que además sigue funcionando. «Nos han explicado que tienen problemas en la nave de transferencia de lodos, que se les ha estropeado con el agua que viene de la antigua con arena y restos. La maquinaria no va y no tienen otro remedio que ventilarla, con lo que reparten los gases y el mal olor por los alrededores», explica Nemesia. A su juicio, no es un asunto menor. «De noche notamos que no podemos respirar ya que los globos no recogen suficiente metano para poder quemarlo y lo sueltan».
Comesaña relata los padecimientos que tiene con su hijo, de 15 años, «que no puede salir a la finca ya que padece asma. Tanto él como nosotros pasamos las noches con dolores de garganta, picor de ojos y de nariz, y estornudando».
A la espera de una solución, llevan semanas intentando que el Concello se involucre. Han pedido reuniones con el alcalde y con el Valedor do Cidadán, pero ninguno ha tenido tiempo para atenderlos. El único que los recibe es un técnico municipal, Álvaro Cuesta, con el que mantienen una buena interlocución, «pero no puede solucionar nuestro caso», explica Nemesia.