La joya de Oia vuelve a brillar

Monica Torres
mónica torres OIA / LA VOZ

TUI

El artista trabaja en su casa de Camos y ha hecho ya 25 edificios desde que se jubiló.
El artista trabaja en su casa de Camos y ha hecho ya 25 edificios desde que se jubiló. acamo< / span>

Un vecino de Nigrán dona una reproducción a escala del monasterio cisterciense que construyó con madera y arena durante nueve meses

26 ago 2014 . Actualizado a las 19:19 h.

Ya es posible admirar el monasterio de Oia en todo su esplendor, pero a escala y sin el mar de fondo. La obra está expuesta desde ayer en la iglesia y permite hacerse una idea aproximada del conjunto histórico, aunque en miniatura.

Es el último trabajo, y el de mayor envergadura, del maestre Feliciano. Con este son ya 26 los monumentos de toda España que el vecino de Nigrán Feliciano Figueiró ha conseguido reproducir. El artista autodidacta ha donado su obra a Acamo, la asociación cultural que lucha por la recuperación de esta joya de la arquitectura. «Es mi grano de arena, mi contribución», manifestaba Figueiró al entregársela el presidente de la asociación, Francisco Javier Goberna.

Su pequeña aportación le ha supuesto más de 500 horas de trabajo desde el pasado octubre, mes en el que comenzó a levantar el monasterio dentro de su casa, en la parroquia de Camos. Mide 1,60 metros de largo por 1,35 de ancho y no solo es la de mayor tamaño. Es la primera vez que ha incorporado en una de sus recreaciones elementos no existentes, aunque originales del monumento. «Algo tuve que improvisar, mi maqueta tiene todo el tejado y las puertas y ninguna ventana está rota; lo más difícil fue improvisar», deja caer.

El parto ha durado los nueve meses y no ha estado exento de complicaciones. La última ayer mismo porque la protagonista no cupo en el primer coche en el que mandaron a recogerla a Camos y hubo que atrasar la inauguración una hora para enviar otra furgoneta. Llegó tarde pero ya ha pasado su primera noche cerca del mar, para donde la pensó Feliciano Figueiró. Como todas sus obras, el monasterio de bolsillo, está íntegramente realizado con madera, chapa, pintura y cola. Todo es artesanal y está cortado y tallado con cúter y sierra. Los cimientos de todas sus obras salen de las cañas de los fuegos de artificio, así que no le queda otra que ir a las fiestas. Ayer era precisamente la de su parroquia.

Está satisfecho de su trabajo, «porque Goberna me dijo que estaba muy bien». La creatividad, por no poder visitar el conjunto tantas veces como hubiera necesitado y estar dañados algunos elementos del original, jugaba en contra pero el resultado ha sido brillante de nuevo. «Ahora en septiembre ya tengo que volver al campo y llevar a las ovejas, que esto es un pasatiempo», contesta preguntado por su próximo proyecto arquitectónico. Viajar le resulta complejo así que el objetivo debe estar en el entorno. Parece que descarta el puente internacional de Tui «porque me gustan las construcciones más antiguas», aunque por sus manos han pasado ya el de Rande y el del Milenio.

Su trabajo es minucioso. Cada vez que elige el monumento, lo fotografía desde todas las perspectivas para poder hacer los planos.

«Lo más difícil fue improvisar lo que no hay, imaginarme todas las puertas y ventanas»

Feliciano Figueiró