El añorado tranvía de Vigo cumple un siglo

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

El medio de transporte eléctrico permaneció 54 años en las calles y fue sustituido por los autobuses

10 ago 2014 . Actualizado a las 02:18 h.

Hoy hace cien años, Vigo accedía al servicio de transporte urbano más eficiente de su momento. A las once de la mañana, se ponían en marcha los tranvías eléctricos, que transportarían a los vigueses durante medio siglo. Como suele ocurrir en la ciudad olívica, no se produjo semejante avance al primer intento. En 1878 tuvo lugar el primer amago de creación de un servicio público de transporte basado en tranvías tiradas por caballos. Le siguió otro intento en 1891 y todavía en 1907, con la presencia de una compañía belga por el medio. La Sociedad Anónima Tranvías Eléctricos de Vigo nació en 1912 del Banco de Vigo, una institución financiera sustentada en los capitales generados por la conserva y el naval. Antes, un grupo de potentados vigueses había tomado la decisión de crear esa empresa en una reunión mantenida en la isla de Toralla.

Sostiene Antonio Giráldez, en su libro Recordando los tranvías de Vigo (2005), que aquella reunión no tuvo por objetivo establecer tipo alguno de estrategia urbana sino simplemente pasar una hermosa mañana de agosto. Martín de Echegaray, propietario de la isla de Toralla, invitó a un grupo variado de personas influyentes en la vida viguesa. Tras una buena comida, el potentado gondomareño Manuel Losada planteó el desafió de construir la red de tranvías. Añadió que era necesario constituir una sociedad, y tuvo el arrojo de suscribir, allí mismo, doscientas mil pesetas a tal fin. Otros muchos le siguieron y en enero de 1912 se constituir legalmente la empresa.

Aquel 9 de agosto de 1914, cuando media Europa apuntaba sus cañones a la otra media, los tranvías vigueses salían de la cochera de As Travesas con destinos a Cabral. Lucían las banderas de España, Argentina, Galicia y Vigo. Como ocurriría cuando se puso en marcha Vitrasa, aquel día el transporte fue gratuito, ahorrándose los vigueses los cinco céntimos que costaría el viaje.

Beneficios

Y fue un éxito inmediato, tanto para la empresa como para los vigueses, que acortaron sus tiempos de desplazamiento por una ciudad cada vez más grande. En su primer año de funcionamiento, la compañía obtuvo un beneficio de 62.000 pesetas, después de haber transportado a 1,8 millones de personas y dar empleo a otras 154.

Aquel día, en que los tranvías salían engalanados con guirnaldas, existían seis líneas, que cubrían desde Cabral a Os Caños y de Pereiró a Bouzas. Con el paso del tiempo, el tranvía se convirtió en un auténtico servicio de transporte metropolitano, con líneas que comunicaban Vigo con Baiona y O Porriño, sin olvidar el entonces Concello de Lavadores. El chirrido de los tranvías, poco a poco, se fue introduciendo en la banda sonora de la ciudad. Como también nuevas costumbres, como viajar gratis en el estribo del vehículo. E incluso el nuevo tipo de accidentes de tráfico, como el ocurrido el 17 de noviembre de 1933, el más luctuoso de la historia del tranvía, con tres fallecidos y medio centenar de heridos.

La muerte de este ecológico medio de transporte sobrevivo durante el desarrollismo, propiciada por el alcalde Rafael J. Portanet. Aquel regidor favoreció el transporte en autobús en detrimento del tranvía. En mayo de 1968, la nueva compañía Viguesa de Transporte Sociedad Anónima ganaba el concurso para la consecución del transporte público en Vigo, en un proceso denunciado por el propio Tribunal Supremo en 1972. La corte judicial sentenció que el acuerdo municipal que cambió la conseción había cometido un delito de cohecho.

El asunto fue que el consejero delegado de Vitrasa entregó a once de los concejales que votaron en aquel pleno del 17 de mayo de 1968 joyas por un valor total de 169.700 pesetas. En octubre de 1970 se iniciaba el juicio oral en la Audiencia Provincial de Pontevedra, presidido por el titular del Tribunal, Mariano Rajoy (padre del actual presidente del Gobierno), la causa contra los ediles por delito de cohecho. Aunque la audiencia pontevedresa los absolvió, el fiscal recurrió ante el Supremo, que condenó «a cada uno de los once procesados a dos años de suspensión para ostentar cargo público, a 5.000 pesetas de multa y a que entreguen los regalos recibidos para que sean subastados».

Sin embargo, e inexplicablemente, el contencioso administrativo del propio Supremo no anuló la concesión del servicio. «Eduardo García Entrerría escribió en la revista jurídica Civitas, en 1998, sobre Tranvías como un caso único de cohecho en toda Europa. Se sigue estudiando el caso de una corporación condenada por cohecho y que el acto de esa corporación que dio origen al delito no es nulo», recuerda José Antonio Valcarce, presidente de Tranvías Eléctricos de Vigo.

El 30 de diciembre de 1968 concluía el sueño de un transporte basado en la electricidad, con todo el encanto de otra época. Empezaba la época Vitrasa, un sinédocque empleado por los vigueses para referirse a todo tipo de autobuses de transporte público.

Vestigos presentes

Sin embargo, cada vez que se excava en muchas calles vigueses aparecen los vestigios de aquel pasado. Hay quien dice que las calles de Vigo están sujetas por raíles y, cuando alguna vez se ha producido un socavón, se ha aguantado el firme gracias a los raíles Vignole y el adoquín. Quizás esperan una nueva oportunidad en el futuro.