Visto desde el espacio, es un cuadrado perfecto. Y, visto desde la Tierra, es un perfecto adefesio. Así es la cosa que el Rotary Club Internacional ha legado al Puerto de Vigo, y que ya luce en toda su fealdad en la rotonda del centro comercial A Laxe.
La escultura representa un paraboloide, que en geometría analítica es una cuádrica
que puede ser hiperbólica o elíptica. Según su diseñador, el presidente del Rotary Club en Vigo, Rafael Llano de la Concha, la obra «despierta reflexiones sobre geometría descriptiva», al tratarse de «un perfecto cuadrado con tela mallazo de huecos también cuadrados construidos en varilla de 12 milímetros». Queda claro que el autor ni es escultor ni es poeta.
Lo que sí es cierto es que provoca reflexiones. La primera es saber qué criterio sigue la Autoridad Portuaria para ornar sus espacios públicos.
No queremos imaginar que se base en las amistades de su presidente. Y deberíamos saber si solo se aceptan donaciones rotarias o de cualquier entidad. Porque muchas querrían tener su logotipo gratis en un lugar de privilegio. Se me ocurren los pastafaris, sociedad internacional que (y no me lo invento) promueve salir a la calle con un colador de espaguetis en la cabeza.
Llama también la atención que el mejor escultor que haya podido encontrar el Rotary Club vigués sea su propio presidente.
Es una casualidad de carácter menos humilde que netamente paraboloide.
Por fortuna, la cosa no desentona de su entorno, con la pescadoteca abandonada, la
fallida Fuente Cibernética Multimedia, los carteles de «Obra paralizada por la Alcaldía» o los rótulos luminosos del centro comercial A Laxe. En fin, un parque temático de la creatividad, si me permiten, paridoide.
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