Así la música sabe mejor

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

ÓSCAR VÁZQUEZ

Pepe Solla coordina el «show rocking» con tapas de chefs con estrella

18 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El festival PortAmérica está cambiando la filosofía de los festivales musicales. Si el certamen ya de por sí llega a su tercer año habiéndose labrado ya un importante currículo ofreciendo en tres días alrededor de una treintena de conciertos de bandas destacadas del panorama nacional e internacional, en lo que se distingue sin duda es en su oferta culinaria. El chef pontevedrés Pepe Solla lleva la sartén por el mango desde el primer año, pero el invento se les ha ido de las manos (en el mejor sentido de la expresión). El primer año la propuesta de ofrecer tapas de autor era un experimento tímido en el que tres cocineros gallegos, el propio Solla junto a Yayo Daporta y Alberto González, del Silabario, se pusieron a emular a los músicos y ofrecer un directo que sonaba a fresco y olía a gloria. Aquel año se tiraron en plancha, pero el experimento resultó tan bien que el año pasado ya fueron seis los cocineros que se pusieron con las manos en la masa en un puesto frente al escenario del festival de Nigrán.

En esta edición la propuesta sigue creciendo, porque los resultados así lo requieren. «Despachamos más de mil tapas cada día, el 25 por ciento de los asistentes al PortAmérica se pasaron por aquí para probar nuestras tapas y eso es mucho, ya que al fin y al cabo es un evento musical», recuerda Solla.

Por eso el Co-cooking Showrocking, que así han llamado al invento, este año corre a cargo de doce chefs internacionales con 8 Estrellas Michelin, cuatro cada día ofreciendo al público cosas ricas pensadas especialmente para el evento. Además han traído gastronomías latinas, de México, Argentina y Panamá, y nuevos valores gallegos que existen más allá del consolidado Grupo Nove Cuando el espectador se acerca al puesto de los cocineros alucina: bonito de Burela, tomate y anacardo, ravioli de buey de mar, empanadilla frita de pollo con cuilacoche y chile fermentado, ensalada de bogavante con cítricos o tataky de ternera rubia gallega con pesto de San Simón son algunas de las delicias que despachaban ayer Lucía Freitas, Estanis Carenzo, Beatriz Sotelo y Héctor López. Ríete de los bocatas del FIB.

Ante el desmadre de fogones, Solla, que es un fan confeso del PortAmérica, «es que lo disfruto, me lo paso muy bien», asegura, se ha tenido que conformar este años con estar entre bambalinas, seleccionar a los participantes y dedicarse a dirigir la orquesta de cocineros, pero sin retirarse a la sombra. «Yo estoy aquí igual, echando una mano a quien lo necesite», contaba ayer, durante la jornada inaugural en la que había que darse codazos en la barra, que dobla el espacio del año pasado. El cocinero, que además es un gran aficionado a la música y un guitarrista con maneras que actuó en el ghaliñeiro unplugged del Festival de Cans, aún no se atreve con el escenario nigranés. «Impone mucho», asegura, «prefiero dedicarme a hacer lo que sé hacer bien», cuenta el chef, que está seguro de que la sección gastronómica paralela del PortAmérica creará escuela y la idea no tardarán en copiarla otros certámenes. «Es que lo curioso es que ya hay gente que viene para poder probar las tapas que servimos aquí, que igual que estudia el cartel de los grupos le interesa mucho el de los cocineros y las propuestas que ofrecen», asegura.

No sabemos si acertará en su vaticinio. Lo que sí se puede afirmar dándose un garbeo por el puesto de tapeo más lujoso y con más estrellas Michelin es que los jóvenes espectadores cuya máxima aspiración era deglutir un perrito caliente semifrío hacían cola para deleitar las delicatesen. Los réditos los tendrán si el día de mañana reservan mesa en restaurantes de alta cocina en vez de pedir pizza por teléfono cada fin de semana.