Cuando ser ciego no impide coger el coche

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

VIGO

Cristian Giráldez fue uno de los dos jóvenes invidentes que participó en la prueba en Major.
Cristian Giráldez fue uno de los dos jóvenes invidentes que participó en la prueba en Major. capotillo< / span>

Una joven invidente de Arcade y otro de Mos prueban un prototipo guiado por ordenador

27 jun 2014 . Actualizado a las 11:43 h.

Platero es un coche aparentemente normal. No destaca ni por un espectacular diseño ni por una velocidad extraordinaria. Y sin embargo, Platero no solo se diferencia de los demás vehículos por tener un nombre propio. También porque es un prototipo que permite sentarse en el sillón del piloto y dejar que el coche conduzca solo, eso sí, no por magia sino por un programa informático y sensores. Este turismo es la estrella de las jornadas de automoción que organiza el IES de Vilalonga, en Sanxenxo, y que ayer congregó a numeroso público en la pista del París-Dakar, en Major.

La demostración además de su funcionamiento contaba con dos protagonistas de excepción. Dos jóvenes ciegos, del centro de la ONCE en Pontevedra, que se sentaron al volante de Platero. Las correctas evoluciones del coche por la pista demostraron que el experimento funcionó. Lorena Fernández Franco, de 23 años y vecina de Arcade, y Cristian Giráldez Seijo, de 21 y natural de Mos, estaban ayer encantados por su presencia en las pistas de Major. Giráldez se mostró más comedido ante la prensa, pero Fernández fue más concreta. Aseguró no sentirse nerviosa por sentarse en el el sillón del piloto, sí lo estaba, pero «por las cámaras de los medios». Señaló que para ella es «una experiencia nueva», pero recalcó que sí sabe cómo hay que hacer para cambiar las marchas de un coche.

Teresa de Pedro, investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) explicó que Platero es un vehículo que «circula sin conductor por un programa de computador» que ha diseñado el centro de automática y robótica de esta institución.

«El coche lleva una serie de sensores, el principal un GPS, que va informando en cada momento del programa de ordenador sobre la velocidad y la posición del coche y, en base a estos datos y de la ruta que debe seguir, el programa de control mueve los mandos para que el coche se ajuste a la ruta». Es decir, el coche se mueve, pero previamente hay que implantar en el ordenador un plan de ruta que se ajuste a la realidad física del terreno.

De Pedro indicó que el equipo del CSIC lleva trabajando en este prototipo desde 1996. El vehículo circuló ayer a 25 kilómetros por hora en Major, pero puede alcanzar cuatro veces esa velocidad. Al menos sí lo hizo en pruebas anteriores con más espacio.

Platero también está en condiciones de reconocer semáforos si estos están en rojo o en verde, y otras señales. Todo depende de que cuente con los sensores adecuados, que para estos casos, serían necesarias cámaras de visión.