La antena alemana de O Castro

VIGO

Los germanos residentes en Vigo montaron en la I Guerra Mundial una estación telegráfica de urgencia en el monte vigués tras el corte de su cable

15 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La primera acción bélica de la I Guerra Mundial fue el corte de la línea telegráfica entre Vigo y Emdem de la Deustch Atlantische, el llamado Cable Alemán. Los británicos realizaron la operación en el Canal de la Mancha y el II Reich perdió buena parte de sus comunicaciones. Lo cuenta con todo detalle el investigador José Ramón Cabanelas en su libro Vía Vigo, editado por el Instituto de Estudios Vigueses, donde se narran las vicisitudes de la línea teutona y de la Eastern Telegraph, el llamado Cable Inglés.

Los alemanes, sin embargo, no se cruzaron de brazos. En medio de la ría, utilizaron el buque Stephan, internado en Vigo durante toda la contienda, que contaba con una pequeña unidad para enviar marconigramas. Pero pronto maquinaron una operación mejor para ayudar al trabajo de sus espías: instalar en el monte de O Castro una gran antena que permitiese sus comunicaciones. Nada les importó la neutralidad de España en la contienda. Como tampoco la actividad de los agentes ingleses y franceses que operaban en la ciudad. El emblemático monte vigués se convirtió en una estación de radio para los ejércitos del Káiser Guillermo II.

Desde el momento del corte del Cable Alemán, «quedó la oficina alemana en la calle Velázquez Moreno inoperativa y sus empleados a la espera de recibir órdenes», afirma Cabanelas. Mientras tanto, el Cable Inglés siguió enviando telegramas «siendo con ello un gran apoyo para los intereses de su país durante todo el conflicto bélico».

Buena relación

En las dos oficinas telegráficas el ambiente era cordial hasta el comienzo de la Gran Guerra. «Hasta el mes de julio del año 1914, en que comienza la I Guerra Mundial, tanto la colonia inglesa como al alemana iban en constante aumento, habiendo entre ellas una cordial relación», señala el investigador vigués.

Berlín adoptó entonces una decisión crucial: utilizar al buque cablero Stephan, que recaló en la ría el 2 de agosto. En teoría, se dirigía a Turquía, aliada de Alemania, con 227 soldados a bordo. Pero lo cierto es que el estallido de la guerra le obligó a permanecer internado en Vigo mientras las tropas germanas eran evacuadas en tren hacia Barcelona y, de allí, a su país.

El Stephan llevaba a bordo un equipo de telegrafía sin hilos que permitiría convertirlo en la principal estación para los espías alemanes en España. Durante toda la guerra, enviaron marconigramas a Alemania, incluso con informes de acciones internacionales como la quema de la ciudad rusa de Libau o el fusilamiento de un francés por propagar el cólera entre los alemanes.

Mientras el Stephan enviaba sus mensajes en secreto, los alemanes, sin cable que atender, levantaron una estación de radiotelegrafía en el monte de O Castro utilizando materiales del propio buque germano. Según José Ramón Cabanelas, utilizaban la antena «para dar apoyo a la flota alemana de alta mar y, sobre todo, a los submarinos que actuaban en aguas del Atlántico». Cabanelas apunta que un telegrama reenviado desde O Castro en 1917 pudo favorecer la entrada de EEUU en el conflicto.

Texas para México

En el mensaje cifrado se proponía a México aliarse con Berlín. A cambio, recibirían apoyo para reconquistar los territorios perdidos ante los estadounidenses, incluido Texas. Cuando Washington, interceptó la comunicación no dudó en sumarse a la triple entente tras el hundimiento del Lusitania por submarinos alemanes, en un ataque donde murieron 123 norteamericanos.

Los alemanes consiguieron seguir enviando mensajes, aun con el cable con Emden cortado mientras que los ingleses utilizaban su telégrafo en Vigo para enviar sus mensajes cifrados. Tanta importancia tuvo que se instalaron en la ciudad, desde 1915 y hasta el fin de la conflagración mundial, agentes secretos de la O.I.N. (Organización de Inteligencia Naval). Además, Vigo fue la única ciudad española, junto a Bilbao y Madrid, donde había un representante oficial del S.I.S. (Service Intelligence Secret).

De la guerra desatada entre los dos cables, el inglés y el alemán, da fe el propio Tratado de Versalles, la rendición firmada el 28 de junio de 1919. Porque en su parte VIII, artículo 244, anexo VII, se indicaba que Alemania renunciaba «a todos los derechos, títulos o privilegios de cualquier naturaleza de los cables submarinos», reseñando expresamente el Vigo-Emden.