«Somos libres gracias a la silla de ruedas»

Monica Torres
Mónica Torres A GUARDA

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Una pareja de peregrinos alemanes con movilidad reducida descubren el Camino Monacal y el mar

06 jun 2014 . Actualizado a las 12:58 h.

«Nosotros no estamos limitados por una silla de ruedas. Al contrario, somos libres gracias a la silla de ruedas». Anne Chantal, una peregrina de origen vietnamita que ayer comenzó la Ruta Monacal en A Guarda habla con conocimiento de causa. Recorrerá los 120 kilómetros de camino hasta Santiago en la silla de ruedas a la que le confinó una enfermedad genética degenerativa hace demasiados años. Conoció este Camino, poco después que a Luis Martínez «Freixo», un amigo de Camposancos que descubrió por Facebook y que le animó a recorrerlo el año pasado. La experiencia le ha hecho volver. Acompañada en esta ocasión por su pareja, Michael Ralf, reeditará su camino para darlo a conocer y promocionarlo a través de la asociación de personas con discapacidad que presideen Alemania. Michael Ralf, de 49 años, vio por primera vez el mar el miércoles por la tarde en A Guarda, al igual que su sobrino Aarón, de 21, que ha viajado con ellos desde Alemania para apoyarles en situaciones puntuales derivadas de las limitaciones de movilidad de la pareja. «Me vi libre de la silla de ruedas y corriendo hacia la orilla para tirarme al agua, sentí que podía correr». Ralf, víctima de un accidente de tráfico, consigue explicar así, entre francés y alemán, sus sensaciones. Una imagen indescriptible para quienes le acompañaban. «Estoy completamente fascinado con la luz y la vida del mar», reconoce extasiado este informático mientras lo graba todo con su tableta. Su sobrino se limita a un no menos expresivo «Increíble».

Partieron ayer a las 9.30 horas desde la Praia do Muiño tras visitar la villa y recibir el apoyo del regidor local, José Manuel Domínguez Freitas. Luis Martínez, estudioso del Camino Portugués y de las mil y una formas de llegar a Santiago, incluyendo la modalidad de la silla de ruedas y su mujer Cristina, les siguen en furgoneta. Anne Chantal es profesora de Medicina China en la Universidad alemana de Lübeck. Ella misma explica, antes de emprender el camino, que su motivación es religiosa. «En diciembre del 2011 todo se ennegreció a mi alrededor y un año después los médicos de una de las mejores clínicas oftalmológicas de Alemania me dijeron: Lo sentimos mucho pero usted debe aceptar su situación, continuará perdiendo visión y llegará a estar más desorientada».

De vuelta a casa, relata, «ofrecí una novena a la Virgen Maria y a Santa Rita de Cassia para que me devolvieran la visión. Me acordé de unos puntos concretos de acupuntura en los pies y yo misma me traté. Mis padres son budistas pero, ante la urgencia, imploré a Santa Maria y ella me oyó. Después de esto, yo pude ver algo, y me preparé para hacer el Camino de Santiago».

Anne explica su periplo hasta llegar a A Guarda sin saber que la Santa Rita de Cassia por la que ella profesa su fe, es la misma a la que, curiosamente, debe su nombre el último ferri del Miño, afectado también por serios problemas de movilidad. La falta de dragado del canal ha hecho que sus viajes se reduzcan a la mitad y su pérdida, significaría también la del Camino de la Costa o Monacal, en honor a los monjes cistercienses de Oia. La casualidad es más significativa porque, precisamente, el objetivo de Chantal es promover desde su asociación el peregrinaje de los socios por esta ruta. «Tengo que recomendarla y darla a conocer por su belleza, la hospitalidad de sus gentes, su tradición, el mar», insiste.

Su experiencia sirve además para que los responsables del Camino tomen nota de las barreras arquitectónicas y puntos peligrosos a eliminar. «Hasta Vigo se puede ir bien por la ciclovía pero la salida de Pontevedra, por ejemplo, es imposible», explican. El año pasado ya remitió a la Xunta un documento con los problemas de accesibilidad en determinados albergues.

«Yo soy presidenta de una asociación de personas con discapacidad. Nosotros intentamos ayudar a nuestros miembros. Quiero demostrarles a ellos y a todos, que la vida no se acaba cuando se sienta uno en una silla de ruedas. Con un poco de ayuda, nosotros, las personas con una discapacidad, alcanzamos todo», constata.