El cierre de locales traslada la prostitución a las puertas de las casas del Casco Vello

María Jesús Fuente Decimavilla
María Jesús Fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

Varias jóvenes, en una de las calles de la zona alta del barrio antiguo.
Varias jóvenes, en una de las calles de la zona alta del barrio antiguo.

Los vecinos que se han instalado en la parte alta del barrio aseguran que la actividad, lejos de reducirse, ha ido a a más

24 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

De los cuatro locales de alterne que había hace tres años en la zona alta del Casco Vello, solo queda uno, situado en la calle Abeleira Menéndez. Dicho así, da la impresión de que la prostitución ha llegado casi a erradicarse en el antiguo barrio chino o A Ferrería. Sin embargo, la realidad es bien distinta y los nuevos habitantes denuncian que, lejos de haberse eliminado, lo que ha sucedido es que se ha trasladado de los locales clausurados a los edificios y sus portales. No solo eso, sino que han detectado la llegada de chicas nuevas que trabajan hasta más tarde que las existentes hasta ahora.

En la actualidad las mujeres se concentran con sus sillas en las puertas de los inmuebles, donde departen, se arreglan las uñas y, si cuadra, hacen lo que tercie. «Antes las señoras estaban tranquilamente y sabían qué cliente era para cada una; pero ahora se lanzan a convencerlos y el otro día a un turista mayor le comieron la cabeza y le convencieron», explica uno de los vecinos.

Después de la humanización de Abeleira Menéndez, el grueso de la prostitución se trasladó a la calle Cruz Verde, frente a la pinacoteca. También se aprovecha la nueva plazoleta situada a escasos metros, donde el cierre de un club ha dado lugar a la apertura de otro piso.

En la misma calle Abeleira Menéndez, el único club que resiste convive con un viejo inmueble destinado a la prostitución y con los flamantes negocios abiertos por jóvenes que en su día se creyeron el cuento de la dinamización del barrio.

«Hasta ahora la única dinamización ha sido de los particulares porque las administraciones no quieren meter mano a este tema al ser muy delicado», comenta la propietaria de un negocio, que tiene un claro ejemplo casi al lado. Está convencida de que si la calle sigue igual, la gente se sentirá incómoda y dejará de ir.

«Es indignante que el Concello no haga nada. Que controle a los clientes para mejorar la situación», sugiere otro vecino afectado. Cree que como no se haga algo, con el tiempo se volverá a lo mismo de antes.

Para la población es incomprensible que, por un lado haya zonas en las que no se permite la apertura de nuevos locales de ocio que puedan producir ruido, y por otro, se haga la vista gorda ante la proliferación de este tipo de negocios.

«Hemos visto alguna vez a la policía, que ha acudido al único local que queda por denuncias de ruido, pero como dicen que tiene licencia de tablao, no pasa nada y siguen», comentan.

El cierre de las escaleras que comunican la Porta do Sol con la parte alta del Casco Vello para la construcción de un acceso mecánico ha provocado un incremento en el tránsito de peatones por Abeleira Menéndez. Para vecinos y comerciantes, en lugar de convertirse en algo positivo y una oportunidad para tirar de la zona, lo único que hace es divulgar la mala imagen que persiste por algunos de sus rincones.

La única dinamización que tienen es la circulación de vehículos, justo la que menos quieren los vecinos: «El tráfico tenía que ser restringido a los residentes y pasan coches de forma continua; hasta la policía pasa por aquí», puntualiza un residente de la parte alta del Casco Vello, tras añadir que muchas de las familias tienen niños y que no es precisamente muy buen ambiente el que ven a diario en la calle, e incluso, en la puerta de casa.