Micaela y la compostela

Monica Torres
mónica torres TUI / LA VOZ

VIGO

Álvaro Ballesteros

El padre que peregrinó descalzo desde Tui llega a Santiago y cumple la promesa para su hija , que padece una enfermedad rara

30 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Con la compostela en una mano y Micaela en la otra, Alfredo Passos abrazó ayer al Apóstol tras cinco días de peregrinación. Comenzó su camino el martes en Tui, ciudad donde también vino al mundo su hija Micaela hace dos años y tres meses y en la que la pequeña «se echó a gatear». Peregrinan juntos, con su mujer Isabel, desde que a la benjamina se le diagnosticó una «enfermedad rara». Una hipotonía congénita que le dificulta sobremanera su movilidad debido a esa falta de tono muscular.

Alfredo hizo la promesa de que si su hija Micaela llegaba a gatear algún día, él iría andando a Santiago. Ganó ella y él se puso el mundo por montera.

Micaela hizo ayer el tramo Milladoiro-Santiago «en colo», como buena gallega. Y Alfredo, que salió de Tui con su hermana Olga, llegó acompañado por una treintena de amigos que conoció en la ruta. «Todos somos raros», rezaba el cartel que portaban sus acompañantes. Alfredo Passos consiguió su complicidad en su afán por concienciar a todos de que hay que investigar todas las enfermedades y visibilizar la problemática añadida de luchar contra un enemigo desconocido.

«No me importa sufrir unos días, porque mi hija padecerá la enfermedad toda la vida», decía al partir el martes. 115 kilómetros después aseguró: «no estoy cansado». Como padre, sabe que no cabe la posibilidad de cumplir la promesa a un niño. Asegura que era consciente de dónde se metía y ahora se atreve aún más. «Si ella llega a andar algún día, yo salgo al Camino otra vez descalzo, hasta Fátima». Su empeño es aún más infranqueable. «Santiago Apóstol quería que yo cumpliera mi promesa, me ha cuidado tanto estos días que no tengo ni un pincho en los pies», manifestó a su emocionada llegada al Obradoiro. La niña de sus ojos en brazos y sobre su pecho, escritas las palabras. «No quiero volar como los pájaros. Quiero andar como los niños».

Toda la familia recibió el abrazo de los congregados en la plaza compostelana. En la ruta han quedado dibujadas también muchas caras, porque el empeño del padre peregrino gozó de tanta popularidad, que muchos otros dibujaron rostros de niña sonriendo en el suelo para que le sorprendieran. También hubo quien le cubrió zonas de piedras con musgo y un colegio en Carracedo que salió a buscarlo. Su lucha sigue ahora en casa. «Porque la Seguridad Social dice que, como ya gatea, nos van a quitar la fisioterapia».

crónica promesa cumplida por una hija con una enfermadad rara