El horno centenario de O Porriño cambia de manos tras salir a subasta en el juzgado

María Jesús Fuente Decimavilla
María Jesús Fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

José Antonio Rodríguez Argibay, ante el horno con su hijo, que sigue la tradición.
José Antonio Rodríguez Argibay, ante el horno con su hijo, que sigue la tradición. m. moralejo< / span>

Era copropiedad del que fue su regente hasta ahora y de su tía, a la que pasa

17 mar 2014 . Actualizado a las 11:15 h.

El horno de O Porriño en el que se sigue cociendo el pan como hace un siglo cambiará de manos, aunque de momento, no de familia. Los desencuentros entre dos de sus miembros a la hora de fijar un precio para el inmueble del que forma parte provocaron que no se llegara a un acuerdo voluntario y que tuviera que ser el juzgado el que dirimiera quién sería su único propietario. La ley contempla que nadie está obligado a permanecer en comunidad.

Tras celebrarse la subasta el pasado 26 de febrero, el horno ha pasado a ser propiedad de la tía del hasta ahora regente y administrador José Antonio Rodríguez Argibay después de una puja muy disputada en el juzgado de primera instancia número dos de O Porriño. A la nueva propietaria le parecía irrisoria la cantidad inicial que le ofrecía su sobrino. Aunque ambos eran copropietarios del horno, Carmen Argibay, no se encargó nunca del negocio, por lo que tampoco se descarta la explotación por terceros en un futuro.

La familia Argibay tiene una larga tradición en el sector de la panadería. De hecho, José Antonio Rodríguez pertenece a la cuarta generación y su hijo seguirá en el oficio, aunque añadiendo toques innovadores.

Además de la famosa bolla de pan de O Porriño, la panadería Argibay ofrece productos menos tradicionales como las magdalenas integrales con aceite de oliva o también al té verde.

La antigüedad del negocio lo ha convertido en una especie de monumento o símbolo del municipio a cuyos productos son incapaces de resistirse no solo los porriñeses, sino todos los conductores que circulan de paso. Para que no dé lugar a fraudes, el pan do forno vello, como lo llaman, lleva una etiqueta que confirma su procedencia.

El horno de leña fue reformado hace un par de años sin perder su esencia para impedir que se perdiera la calidad. Gracias a eso, ahora permite echar la leña en una de sus partes y, al mismo tiempo, trasladar el calor generado a través de un conducto al espacio en el que se cuece el pan.

En sus inicios la panadería Argibay surgió para enviar el pan a Vigo. La madre de José Antonio Rodríguez Argibay lo vendía a Bouzas y al mercado de O Progreso por la Galaica, un autobús en el que además de viajeros también se transportaba mercancía entre Vigo y Tui. En la actualidad vende el pan en un puesto del mercado de O Calvario, donde tiene clientes de muchos puntos de la geografía gallega e incluso le han hecho pedidos para otras ciudades españolas y el extranjero con motivo de eventos especiales. Una bolla de pan puede dar para casi una treintena de raciones y su precio se sitúa en torno a 2,60 euros. Una de las ventajas de este pan es que dura mucho más que el corriente, no solo por la harina que se utiliza, sino también por la forma de cocerlo.