Bodas de diamante en Chapela

Luis Carlos Llera Llorente
Luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Benita e Ildefonso cumplen 60 años de casados declarándose enamorados como el primer día

20 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Llevar 60 años de casados es una cifra que alcanzan pocas parejas. Pero contemplando a Benita Fernández Martínez, apodada La Fula, de 83 años, y su marido, Ildefonso Fernández Avendaño, de 85 años, se les ve enamorados como el primer día. «Me volvería a casar con ella. ¡Pero no con otra eh!», enfatiza Ildefonso, mientras su mujer le da un beso. Ha llovido mucho desde que se dieron el sí quiero el 21 de febrero de 1954 en la iglesia de San Salvador de Teis. «Teníamos ya una hija de cuatro meses y nos casó don Serafin Otero. Era maravilloso. Fue un cura muy bueno para Teis que murió muy mayor. Se cogía una barquita remando y se ponía a cantar. Ayudó mucho a la gente del barrio», recuerda Benita.

Ella nació por debajo de la finca de a Riouxa, en As Roteas de Teis. Con 18 años conoció al que luego sería su marido. «Fue en un baile que le llamaban el sanatorio Pepiño». Más tarde fueron novios formales durante tres años y se casaron cuando tuvieron medios para hacerlo. Los recursos eran muy escasos. «Yo trabajaba en una fábrica de pescado y el estado te daba un dinero extraordinario cuando te casabas. Yo quería destinarlo a comprar un colchón de lana. Pero el escribiente de la fábrica me dijo que el dinero del Gobierno no había llegado. Yo creo que se lo había quedado él». La empresa se llamaba Guimeráns y después de muchos años de trabajo Benita descubrió que no habían cotizado por ella. No sucedió lo mismo en el caso de su marido. «Cuando nos casamos yo trabajaba en una panadería, La Madrileña y al poco tiempo de estar allí fue al sindicato para comprobar si estaban cotizando por mí y me dijeron que estaba todo correcto y que me quedase tranquilo», cuenta Ildefonso que había nacido en la calle Extremadura, en el Calvario. «Entonces decían que aquello era La Pequeña Rusia, zona roja, pero yo, la verdad, siempre he sido apolítico».

Tras quince años de trabajo en una panadería, Ildefonso probó fortuna en el mar y estuvo embarcado en un bacaladero en Terranova. «Trabajaba de engrasador y cuando se enteraron de que había sido panadero me encargaron que ayudase en la cocina y elaborase pan fresco todos los días». Al volver a tierra consiguió un empleo en el astillero Ascón. «En los años de la reconversión naval tuve que correr delante de la Policía». Consiguió prejubilarse con 55 años y hoy disfruta de una buena paga.

Durante todos estos años fueron creciendo sus cuatro hijos, nueve nietos y dos bisnietos. Mañana, por desgracia, dos de sus hijos no podrán participar en la celebración porque fallecieron. Les echarán de menos.