El final de Cecilia

VIGO

La cantante murió de madrugada al chocar su 124 con un carro de bueyes en Zamora tras su concierto en Vigo en 1976

17 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

E s la única española en el dramático Club de los 27. El que forman Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain y, desde fecha reciente, Amy Winehouse. Todos ellos murieron a esa edad. Al igual que Evangelina Sobredo, esa chica madrileña que triunfó como cantautora bajo el nombre artístico de Cecilia.

Nacida en octubre de 1948, a Cecilia le quedaban un par de meses para cumplir los 28. Pero dio su último concierto en Vigo, en la sala Nova Olimpia, el 2 de agosto de 1976. Esa madrugada, de regreso en coche a Madrid, se mataría en un pueblo de Zamora, al colisionar su 124 contra un carro de bueyes.

La creadora de Un ramito de violetas, Dama, dama, Mi querida España o Nada de nada había disfrutado de su recital. Todas las entradas en Vigo estaban vendidas. Y el empresario Alejandro Figueroa, propietario de Nova Olimpia, comentaría más tarde a la prensa que la cantante estaba exultante con su actuación. Y que le había gustado tanto la ciudad y su ría que pensaba buscar unos terrenos para construirse una casa en la playa.

Evangelina conocía bien el país. De hecho, su padre, José Ramón Sobredo, era de origen gallego. Militar de carrera y, más tarde, diplomático, desempeñó cargos en las embajadas de EE UU, Jordania, Costa Rica, Argelia y la República Popular China. Lo que brindó a sus hijos la oportunidad de criarse recorriendo el mundo. La crítica dice que el peculiar estilo de Cecilia procedía de sus influencias del exterior, con guiños a The Beatles o Paul Simon incluso en las portadas de sus discos.

Cuando da en Vigo su último concierto, Cecilia está en el apogeo de su carrera. Meses antes, el 15 de noviembre de 1975, había defendido a Televisión Española en el Festival de la OTI, con el tema Amor de medianoche, compuesto por el habitual Juan Carlos Calderón bajo el título La espera. En una muestra de carácter, la cantautora había rechazado la letra, que consideraba ñoña. Y la sustituyó por entero, introduciendo algunas pinceladas de crítica social. Fue un tímido acto de rebeldía, no comparable a la negativa de Serrat a cantar en Eurovisión. Pero con mérito, ya que Franco seguía vivo, a falta de cinco días para que su yerno, el marqués de Villaverde, se decidiese finalmente a desenchufarlo.

La sala Nova Olimpia estaba abarrotada para el concierto. En la espera, algunos comentarios iban para la noticia del día: el accidente del piloto de Fórmula 1 Niki Lauda en el circuito alemán de Nurburgring. El telediario difundió las imágenes en las que el campeón austríaco pasaba 45 segundos a bordo de su Ferrari en llamas y se le creía muerto. Aquella noche lo de Lauda era una noticia impactante sin que nadie pudiese sospechar que se avecinaba otro accidente terrible.

Viaje nocturno

Rematado el concierto, Cecilia y su grupo salieron de Vigo sobre las 3 de la madrugada, a bordo del Seat 124. Al día siguiente, a las 10, la cantante tenía grabación en Madrid. Estaba preparando un disco en el que versionaba poemas de Valle Inclán.

A las 5.40 horas de la madrugada, el coche colisionaba contra un carro de bueyes en la C-620 (hoy N-525), a su paso por Colinas de Trasmonte, en las proximidades de Benavente (Zamora). El carro transitaba sin luces y tampoco había alumbrado público en la aldea. Se dice que el 124 circulaba a gran velocidad, hecho que fue años después desmentido por el conductor, que sobrevivió a la colisión.

Como consecuencia del impacto, murió en el acto Cecilia, que viajaba dormida en el asiento trasero. También murió el batería del grupo, Carlos de la Iglesia. Y resultaron malheridos los otros dos ocupantes. El propietario del carro sufrió heridas muy graves. Al igual que su mujer, que iba de pie conduciendo a los bueyes. Para retratar la violencia del siniestro, uno de los animales salió despedido, proyectado contra un terraplén cercano.

El suceso dejó conmocionado al país. La muerte de Cecilia en el culmen de su carrera hizo correr ríos de tinta e inspiró programas de radio y televisión. Todavía en 1996 se editó un disco recopilatorio en el que cantaron versiones suyas artistas tan dispares como Raphael, Amaral o Alaska.

Vigo fue la última parada de una carrera intensa, que dejó a Cecilia como la única española del trágico Club de los 27. Evangelina Sobredo está enterrada en el Cementerio de la Almudena, en Madrid, en una tumba adornada por un ramito de violetas de plástico.