Dos féretros con fieles y otro vacío desfilan en la procesión de hoy
29 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Con naturalidad y sencillez. Así viven en Santa Marta de Ribarteme, en As Neves, su acontecimiento más importante: la celebración de la romería que incluye la famosa procesión de hoy en el pueblo y en la que unos devotos de santa Marta se tumban en ataúdes abiertos acarreados por voluntarios.
La procesión de hoy empieza a la una de la tarde, a pleno sol. En más de una ocasión, los ocupantes de los féretros han tenido que ser asistidos por personal sanitario al terminar, debido a las altas temperaturas y la intensidad del sol.
Karina Domínguez, de 26 años, ocupó uno de los féretros hace tres años. «Tiña ao meu fillo de cinco anos con leucemia e á miña filla de catro meses cunha infección que a podía deixar nunha cadeira de rodas», cuenta entre lágrimas Karina, madre, ahora sí, de dos hijos sanos.
Karina había hecho una promesa: si sus hijos se curaban, ella ocuparía uno de los ataúdes en la procesión. La santa cumplió y ella también. «Cando me mirou o meu fillo no caixón, pensou que estaba morta», continúa, «pero agora que xa é maior, enténdeme».
Además, también ha ido a la procesión descalza y de rodillas. «Pero de xeonllos é peor, a xente empúrrate, písate...», dice, en referencia a los curiosos que acuden a la romería atraídos por la la excepcionalidad de los ataúdes. Ellos saben que desde fuera hay gente que no entiende esta celebración, pero «cando alguén querido está mal, aférraste a algo», dice emocionada.
Este año su participación consistirá en llevar uno de dos los féretros que desfilarán, pero no por una promesa, sino porque se lo han pedido. Desfilará también un ataúd de niño, que, al igual que todos los ataúdes de niños, va vacío («vai libre», como dicen en Santa Marta). También está por confirmar la asistencia de un segundo féretro de niño, este último procedente de Mondariz.
Calificada por el periódico británico The Guardian como la segunda fiesta más rara del mundo, a don Alfonso, el cura que oficia la ceremonia, no le hace ninguna gracia que la prensa de todo el mundo frivolice la celebración de algo que para ellos es sagrado. «Nosotros queremos que todo se centre en la santa, y no en los ataúdes, porque eso es secundario y, además, privado» y lo que buscan en la procesión es, en palabras del religioso, «que santa Marta nos lleve a Jesucristo». Hermana de san Lázaro, «esta es una santa muy poderosa», dice, convencido, el sacerdote.
Según la Biblia, santa Marta tenía una relación muy cercana con Jesús y, como su hermano Lázaro fue resucitado por Jesucristo, santa Marta es «la santa de las situaciones extremas» de vida o muerte, afirma don Alfonso, que sitúa el origen de esta celebración «en la Edad Media». Las primeras procesiones confirmadas, sin embargo, datan del siglo XVIII.
En el pueblo, son auténticos devotos de la santa: «Es un ofrecimiento, una promesa que se le hace a esta santa tan milagrosa», cuenta Pilar, vecina de Santa Marta. «Yo, porque nunca me he visto en una de esas situaciones extremas, si no, iría dentro de un ataúd».
También los más jóvenes entienden y respetan esta celebración. A Manuel, de 15 años y natural de Ribarteme, le parece «bien, una buena idea». Incluso la juventud de la gran ciudad comparte esta opinión. Delmiro y Marta, de 16 y 20 años respectivamente, son dos primos madrileños que acuden cada verano a la parroquia a visitar a unos familiares: «He venido desde pequeño y lo veo normal, lo respeto», dice él. «Me parece algo original, muy especial», opina su prima Marta.
Lo que ya no ven con tan buenos ojos los jóvenes es otro tipo de promesa, quizá más polémica: si un ser querido está al borde de la muerte, uno puede prometer a santa Marta que, si obra el milagro, irá el ser querido en el ataúd, aun sin haber consultado con el interesado, que a lo mejor no quiere introducirse en un féretro o que incluso puede ser ateo. En cualquier caso, se vería en el dilema moral de cumplir o no cumplir un compromiso en el que alguien le ha puesto sin su consentimiento.