«Compré la barra del Hotel Universal y monté el primer bar para mujeres»

María Jesús Fuente / S..Antón

VIGO

La presidenta de la asociación de empresarios y comerciantes del Casco Vello ha apostado por el barrio y cree que ya se empieza a palpar la transformación

01 jun 2009 . Actualizado a las 13:18 h.

A Itos Domínguez se le cae la baba cuando habla del Casco Vello, lo que no le impide enumerar una por una las deficiencias del barrio con la misma vehemencia que habla de las virtudes.

Esa vehemencia es la que lleva a la presidenta de los empresarios y comerciantes del barrio antiguo a elegir un polémico rincón como fondo de su retrato. Se trata del antiguo mirador de A Pedra. «Es la esquina donde me pasaba las mañanas fumando un pitillo y sentada en un banco mirando al mar; la vista desapareció con el centro comercial, era el único mirador del Casco Vello; el rincón sigue siendo bonito, pero ahora te tienes que situar en la esquina para poder ver un trozo de ría».

Itos llegó a Vigo hace diecinueve años, con el bolsillo cargado de ilusiones, como tantos otros ourensanos. Una amiga le avisó de que el Hotel Universal había cerrado y subastaba muchas de sus pertenencias, entre ellas una barra de bar impresionante. «La compré y la arrinconé en un local varios meses hasta que pensé: ahora tengo que montar un bar, lo dedicaré a las mujeres». Así fue como nació el Plaff, situado en la calle Oliva, en pleno corazón del Casco Vello. «Había que ser muy valiente para montar de aquella un bar en esa zona; el local era una tasca de comidas regentado por un matrimonio que se iba a jubilar; llevé a una amiga decoradora y descubrimos que los arcos tapados con cemento, eran de piedra, fue lo que me enamoró».

Si de algo presume es de contribuir con su pub a cambiar el ambiente del Casco Vello, de atraer a la gente que no acudía habitualmente.

El paso siguiente fue trasladar su domicilio al barrio, donde reside en la actualidad. «El Casco Vello tiene algo que te atrapa, puedes hacer vida en él, pese a ser una ciudad tan grande; es lo que le hace atractivo, todo el mundo se conoce, hay muy buen rollo entre los vecinos, vive mucha gente joven».

Claro que la otra cara de la moneda es el incremento de los precios, «ahora te pegan unos clavos, son demasiado caros».

Otro de los grandes problemas es la falta de aparcamiento. Por contra, los habitantes disfrutan de la comodidad que ofrece una zona peatonal, esa tranquilidad que no existe en otras partes de la ciudad. Admite que, aunque todavía falta mucho por hacer, la diferencia del Casco Vello actual al de hace 17 años, cuando ella llegó, es abismal.