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Lo último en tecnología se llama privacidad

Michael McLoughlin / Colpisa BARCELONA

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Una nueva generación de móviles y de «apps» confía en la privacidad como principal baza. Javier Agüera, creador del proyecto «Blackphone», sostiene que «si un servicio es gratis, no puede ser privado»

02 mar 2014 . Actualizado a las 21:34 h.

Usted es un joven y prometedor analista bursátil a la caza del empleo de su vida. La casualidad ha querido que dos grandes bancos internacionales de inversión le citen el mismo día para la entrevista. Una de estas firmas decide hacerle un seguimiento wifi a su teléfono móvil y se acaba enterando que ha visitado esa jornada las oficinas de su competidor, con la consiguiente ventaja que da esta valiosa información al empleador. «Esto está ocurriendo realmente», afirma el español Javier Agüera, cofundador de Geeksphone y una de las cerebros detrás de Blackphone, sobre prácticas de wifi tracking que también están empezando a poner en marcha, por ejemplo, grandes superficies comerciales.

Este terminal, presentado en el Mobile World Congress de Barcelona, es el último ejemplo de la creciente tendencia en el sector tecnológico de fiar a la protección de los datos personales su principal atractivo tras la campaña orwelliana de espionaje destapada por Edward Snowden.

«Hacer un móvil que bloquee a la NSA u otra de las tantas agencias que tienen capacidades similares es imposible. Lo que si podemos hacer es ofrecer al usuario opciones para mejorar su privacidad», opina este joven de 21 años, que se ha aliado para este proyecto con Phil Zimmerman, fundador de Silent Circle y el padre del sistema de cifrado de correos más utilizado del mundo.

El Blackphone, que llegará al mercado en junio por 459 euros, incluye una versión de Android bautizada cómo PrivateOS que permite, si lo pierdes o te lo roban, borrar sin intermediarios los datos del teléfono a distancia o un alto grado de personalización en los permisos de los que gozan las diferentes aplicaciones. «Hacer una solución propia no tenía sentido. Android está ampliamente extendido y las vulnerabilidades se detectan más rápido», contesta Agüera preguntado por lo idóneo del sistema operativo móvil de Google.

Además, incluye por dos años la suscripción -y varias licencias para otros terminales- a una suite de programas de Silent Circle, entre ellos una especie de Whatsapp cifrado. Pasado ese tiempo, hay que renovarlo.

«Se trata de un precio asequible. Si un servicio es totalmente gratis, no puede ser completamente privado», concluye. Si el Blackphone, tal como dicen sus creadores, no se trata de un terminal anti NSA y que pone el foco en la privacidad de los usuarios, el fabricante de aviones Boeing ha convertido esta materia en un asunto de estado. La multinacional norteamericana ultima el desarrollo de Black, un terminal pensado para los trabajadores de las agencias de inteligencia.

Su principal virtud, es que se autodestruye cuando alguien intenta acceder fraudulentamente o trata de desmontarlo. Nada del cliché de saltar por los aires, como en las películas de espías. Si detecta un intento de intrusión, Black elimina toda la información almacenada en su interior dejando inutilizado el dispositivos. «El fin es asegurar que las comunicaciones de datos y voz se realicen y almacenen en alta seguridad», asegura el comunicado de la empresa, que también incluirá sensores biométricos o la posibilidad de recargar la batería con energía solar

«A raíz del caso Snowden, los ciudadanos de a pie han sido conscientes hasta qué punto las empresas o los gobiernos pueden conocer de nosotros», añade Vicente Díaz, miembro de Kaspersky Lab, que define cómo «positivo» el debate generado. Un enconado debate que ha propulsado el éxito de redes como TOR o aplicaciones como los servicio de mensajería instantánea Snapchat o Telegram, este último el gran beneficiado de la compra de Whatsapp por parte de Facebook. «Estos servicios ayudan pero las fugas de información a las que nos vemos sometidos son muchas. No podemos evitar que las operadoras triangulen nuestra posición por la señal de nuestros móviles», añade este analista, que ve en la falta de «una solución global» la principal debilidad de esta nueva ola de creaciones. «Nada es 100% seguro», tiende a asegurar Pavel Durov, principal mecenas de Telegram, cuando le preguntan sobre la efectividad de los sistemas de encriptación que, entre otros, ellos ofrecen. El motivo, que los sistemas operativos tienen gateras por donde instituciones como la NSA puede burlar estas barreras. Esta plataforma asegura que no se trata de un proyecto comercial, que no insertarán publicidad, ni cederán datos a terceros. Unas afirmaciones que han disparado las dudas sobre lo real de estas intenciones dado el coste de mantener, entre otros aspectos, la red global de servidores.