El Dépor de todos

José M. Fernández PUNTO Y COMA

TORRE DE MARATHÓN

21 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Riazor clausuró el final de temporada más atrabiliario de los últimos años. Si nadie podía esperar que un equipo con dificultades para sacar los partidos adelante fuera capaz de resolverlo en poco más de media hora, más complicado todavía resultaba aventurar que un grupo de aficionados abandonara la grada al grito de «O Dépor somos nós» y con gestos no demasiado decorosos hacia aquellos que decidieron seguir en sus asientos. Es decir, hacia esa mayoría que los despidió con un merecido rapapolvos.

A estas altura, no es necesario ser muy avispado para calificar de discreta la temporada del Deportivo. Discreta, porque el juego ha estado lejos de las expectativas generadas; discreta, porque ha sido necesario cambiar de conductor a medio camino; discreta, porque el rendimiento individual, en muchos casos, no ha estado a la altura. Así ha sido durante los últimos años, con un par de descensos y salvaciones sobre la campana. Pero si la campaña está lejos de lo que a este Dépor se le podría exigir se debe, sin duda, a todos pensábamos que tenía para algo más, lo que, con el quinto tope salarial más bajo de la categoría o en pleno proceso para arreglar el mayor pufo del fútbol español, no deja de tener su mérito.

La grada, el deportivismo -también esa mayoría silenciosa que vive su pasión lejos del estadio- está en su derecho de mostrar su descontento, de exigir cuando lo crea necesario y - faltaría más- de mostrar su descontento cuando le plazca. Más cuestionable es darle la espalda al que dices apoyar, despreciar a los que deberían ser tus compañeros de viaje o impedir que los demás vivan su pasión como les plazca. Y obligado, exigir -siempre- el rigor y la solidaridad que una sociedad del siglo XXI demanda. Algo que a algunos nunca les preocupó.