Los 51 peores centros del Dépor

Pedro José Barreiros Pereira
pedro barreiros A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

Çolak, Juanfran y Navarro bombardearon sin fruto el área del Espanyol

09 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La mala pierna, los nervios y las prisas jugaron una mala pasada a un Dépor sin excusas, que estaba obligado a ganar al Espanyol para sentenciar la permanencia, pero al que los planes se le torcieron y no supo cómo reaccionar. Solo encontró una vía hacia el gol e, impulsado por la grada, se dedicó a golpearla una y otra vez, sin darse cuenta de que con los nudillos nunca la reventaría.

La idea estaba clara: la baja de un rematador nato como Joselu, al que Pepe Mel había impulsado a la titularidad hasta la lesión que impedirá al futbolista gallego volver a jugar esta temporada, obligaba a los coruñeses a favorecer las virtudes de su pichichi, Andone. Entre las cualidades del internacional rumano, al margen de ese carácter guerrillero y su espíritu por trabajar y correr, también figura la condición de merodeador del área. Se trata de un olfateador de ocasiones, capaz de marcar una decena de goles (los que lleva ahora mismo) desde ese sexto sentido que parece disfrutar para reconocer antes que nadie el lugar donde va a caer el balón, allí donde va a haber un fallo del defensa o por saber anticiparse a un rechace... y, sin tiempo para pensamiento alguno, rebañar el balón y chutar a gol.

El equipo coruñés se lanzó al abordaje del área del Espanyol desde el aire. Nada menos que 51 centros bombeó en busca de remate, pero nada más que 11 llegaron a su destino. Entre Çolak (15, incluidos 9 saques de esquina), Juanfran (14) y Navarro (7) protagonizaron nada menos que 36. ¿Por qué no alcanzaron su objetivo e hicieron más daño al rival? Así lo explicó Pepe Mel al término del partido de ayer: «Fueron centros malos, porque tú con un portero como el que tiene el Espanyol (Diego López mide 196 centímetros) si pones un centro que es medio globo, obviamente no rematas ni una, pero lo importante es llegar hasta ahí para ponerla. La pusimos mal. Recuerdo que fue el partido del día del Málaga cuando hablábamos de algo parecido». En aquel encuentro al que el entrenador se refiere, el de la última victoria deportivista (2-0), hubo 25 centros al área del cuadro andaluz, justo la mitad, y los dos goles llegaron de sendos envíos de Luisinho y Juanfran hacia Joselu y Mosquera.

El pasado domingo, en cambio, el Espanyol se defendió mejor. Sus laterales pisaban el área propia habitualmente y, además, Javi Fuego se incrustaba como si de un central se tratase para reducir aún más los espacios. Solo desde este éxito táctico del equipo barcelonés (y recordando el axioma de que el fútbol no son matemáticas) se puede explicar que aquellos 10 disparos al Málaga valiesen dos goles y de estos 21 apenas solo uno batiese al espigado portero gallego. Pero al mérito del adversario hay que añadir otro ingrediente más al potaje que derivó en la derrota y mantiene la incertidumbre en el devenir del Dépor durante estas dos jornadas finales: el factor psicológico. Los errores no forzados, la inquietud y las urgencias con que los coruñeses jugaron el domingo de principio a fin. Porque al Málaga le remataron 4 veces a puerta, pero al Espanyol solo una más, 5 (dos de Andone, una de Ola John, otra de Çolak y la última de Fayçal).

Hay mucho que entrenar hasta convertir al que 51 centros al área no le llegan para ganar en un equipo de Primera de verdad.