Un equipo insondable

José M. Fernández PUNTO Y COMA

TORRE DE MARATHÓN

27 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Si Riazor tenía motivos para el enfado, ayer encontró unos cuantos nuevos alicientes. El Dépor fue un guiñapo durante media hora frente a la segunda unidad del Madrid, bordeó el ridículo durante treinta minutos en los que asistió como un espectador más a la exhibición de Isco, Kovacevic y compañía. Sin oposición, perdió cada uno de los duelos. La resistencia blanquiazul solo comenzó cuando todo estaba perdido, cuando cada ataque blanco era medio gol. Y quizá eso es lo más grave, de la nada, con todo perdido, surgió un equipo con cierto orgullo, un grupo de jugadores capaces de dar cuatro o cinco pases seguidos, de centrar un balón con coherencia o de, por fin, llevarse algún que otro duelo directo. Apenas diez minutos.

El problema no es tanto que el Dépor esté en peligro de descenso -salvo catástrofe seguirá la próxima campaña en Primera- como que poco a poco ha minado la paciencia de una grada que no sabe a qué carta quedarse, incapaz de desentrañar los misterios que rodean a un equipo demasiadas veces contemplativo, blando y desesperante hasta el sonrojo. Aunque en ocasiones nos haga pensar que podría ser capaz de ofrecer algo más que asistir complaciente a la exhibición del rival. Como ayer.