Arsenio Iglesias: «Sufro tanto con el Deportivo que he tenido que dejar de ver los partidos»

TORRE DE MARATHÓN

PACO RODRÍGUEZ

Su sentimiento está a prueba de todo. Vivió los momentos más difíciles y tuvo protagonismo especial en los más bonito

08 dic 2016 . Actualizado a las 11:33 h.

Las vivió de todas las formas y todos los colores. «Pero tenía el cuerpo acostumbrado», se explica. Fue futbolista del Deportivo. De los buenos. De los que dejan huella. Luego cogió al equipo como entrenador. Y también marcó una época. La que muchos guardan con más cariño. Esa que tuvo un ascenso, una permanencia y hasta un título. Arsenio Iglesias Pardo es de los pocos profesionales que pueden presumir de haber sido profetas en su tierra. Y eso que muchas veces no se lo pusieron fácil. Riazor, exigente con los más cercanos, incluso llegó a cuestionarlo muchas veces. Pero resistió. Aguantó los zapatos apretados, cerró fuerte los puños e hizo al Deportivo campeón.

-¿Cómo se consigue tanto cariño de la gente?

Pues siendo uno mismo. Hay mucho cariño. La gente me quiere. Se lo merece todo. Pero también hubo momentos jodidos. Muy jodidos. Pero no creo que nunca fuera por nada contra mí. Sino porque siempre todos hemos querido lo mejor para el Deportivo. Y el fútbol, a veces, no atiende a razones y si los resultados no llegan o no son los esperados... Ahí nos cabreamos todos.

-Querido está claro que se siente, ¿pero también reconocido en su justa medida?

-Pues yo creo que sí. Incluso ahora, hace nada, me hicieron un homenaje, que estaba yo más tranquilo que otra cosa en mi casa y ya me trastocó todo... Pero lo recibo con cariño, claro. Y sí que me he sentido reconocido. Unas veces más, otras menos. Pero el reconocimiento pienso que siempre estuvo ahí.

-¿Qué papel ha jugado la afición blanquiazul en su carrera?

-Esos son los que más me han reconocido. Y claro que me han protestado más de una vez. Pero es que es normal. Por aquí han pasado futbolistas como Luis Suárez, Chacho, Amancio, Bebeto, Fran... Este público está acostumbrado a ver a grandes jugadores y muy buen fútbol. Entonces, cuando las cosas no les gustan, pues es normal que protesten.

-¿Los éxitos alcanzados como entrenador suponen que valore más esta etapa que la que desarrolló como futbolista?

-Sí, hombre. Porque de la etapa como futbolista ya casi uno ni se acuerda. Han pasado tantos años... Pero si te paras a pensar, en aquel momento vivía muy tranquilo. Solo dependía de mí mismo. No tenía que andarme preocupando de esto, de lo otro... Tú te entrenabas, luego jugabas y hasta el siguiente entrenamiento. Como entrenador tienes que andarte rompiendo la cabeza pensando en tantas cosas. Dependes de que todo el mundo haga bien su trabajo y de la suerte. Pero es cierto que los éxitos que logré como entrenador no los había conseguido como futbolista. Así que puede decirse que sí, que me quedo con esa etapa.

-Ser entrenador le permitió también llegar al Real Madrid.

-No me arrepiento, hombre. Fue complicado. Aquello sí que era... Pero yo sabía que iba a ser difícil. Acepté el reto y, bueno, pues ahí estamos. Uno en la vida nunca puede arrepentirse de lo que hace. Si lo volvería hacer o no, pues no lo sé.

-¿Cómo vivió ese homenaje que le hizo el club hace unos meses?

-Pues con mucha alegría. Ya le digo que no estaba yo ya para estas cosas, porque vivo muy tranquilo a lo mío. Pero he de agradecer al actual consejo de administración que se acordara de mí. Y a la gente que me felicitó ese día. Y a la afición que aplaudió. Yo le agradezco a todos, hombre.

-¿Cómo es su relación con el actual consejo de administración?

Muy buena. Creo que para el club ha sido un acierto que esta gente llegara al Deportivo. Es cierto que los resultados no están acompañando como todos querríamos, pero le han dado una estabilidad. No es fácil meterse ahí sin nada que ganar y mucho que perder. El club estaba muy jodido y lo están recuperando. Ahora falta que a pelotiña tamén entre. Qué duda cabe.

-¿Y al equipo cómo lo ve?

-La verdad es que no lo veo.

-¿Tan mal cree que está?

-No, no. Es que no lo veo. Sufría mucho. Y no porque los resultados no fueran los deseados o me gustara más o menos como jugaba. Sufro tanto con el Deportivo que he tenido que dejar de ver los partidos. Estaba en el campo y me entraba una angustia. Una sensación de... No sé. Pero lo pasaba muy mal. Y ya no tengo años para esas cosas. Así que dejé de ir. Alguna vez, por compromiso, pues tendré que volver, seguro, pero no me apetece nada.

-¿Y por la tele?

-Tampoco lo veo. La sensación era la misma. Cuando uno llega a mi edad y está medio jodido, tiene que tener cuidado con todo porque aún no tengo prisa por marcharme (se ríe).

-Pues anda que no habrá sufrido en el banquillo más.

-Pero estaba entrenado. No sé. Esas cosas deben de entrenarse también. Antes estaba acostumbrado y era otra cosa. Ahora, pues la angustia me podía... Sigo la actualidad del equipo porque leo el periódico y siempre te encuentras con alguien que te cuenta una cosa, o la otra. Los días de partido, miro el resultado y ya está.

CÉSAR QUIAN

-¿No ve nada de fútbol?

-Veo, veo. Con los otros no sufro. A veces disfruto, y otras me aburro, pero no sufro por un resultado. El fútbol sigue gustándome y, hombre, no estoy tan pendiente como antes, pero hay partidos que me gusta ver.

-La familia sale ganando.

-Qué duda cabe. Os netos son os que gañan. Procuro estar más con ellos. Disfrutar. He tenido una vida muy ajetreada. Muchos viajes. Muchas actividades. Ahora vou vello e teño que disfrutar dos netos.

«Cuando Djukic falló solo podía pensar en la gente que habíamos defraudado»

Si hay algo que Arsenio Iglesias no ha tenido durante sus diferentes etapas en el Deportivo ha sido tranquilidad. El sufrimiento siempre fue mayor que las alegrías, pero la satisfacción del éxito cosechado, ya fuera para mantener al equipo en la categoría, ya fuera para meterlo en Europa o ya fuera para conquistar un título, acabaron imponiéndose a aquellos instantes de desazón y tristeza. Ahora los recuerda.

-Hablaba de la diferencia entre ser futbolista y entrenador... Durante sus diferentes etapas como técnico, ¿las alegrías se impusieron al sufrimiento o viceversa?

-¿Sabe qué pasa?, que cuando uno logra el objetivo casi se olvida de lo que sufrió. Pero es cierto que sufrimos mucho. Es que parecía que nunca iba a poder llegar una etapa de tranquilidad. Hubo momentos muy complicados. Estuvimos cerca de irnos a Segunda B y casi desaparecer. Luego vino la promoción con el Betis, que también fue dura. Y cuando pensábamos que ya íbamos a estar tranquilos, que había equipo... Empezamos a sufrir por ganar títulos. Pero eso no era tal sufrimiento, era otra cosa.

-Nunca fue muy de celebrar usted.

-Pues no soy tan efusivo como otros, no. Yo, generalmente, miraba para Carliños (Ballesta) y con esa mirada los dos celebrábamos. Pero quien tiene que festejar es la gente, que para ellos hacemos todo. Ver la alegría de la afición cuando conseguimos algún logro es lo máximo que hay. Poco más hay que pedir.

-Y la tristeza. Aquella frase suya tras fallar el penalti Djukic, en la que recordó que había pensado que podía pasar...

-Es que era cierto. Aunque no tan mayor como ahora, pero de aquella yo ya iba viejo. Y claro que me hacía ilusión ganar la Liga. Pero pensaba más en esos neniños que nos arropaban todo el año. En esas gentes. Durante la semana lo había pensado y sabía que podía pasar. El fútbol es impredecible. Había mucha euforia. Todo el mundo nos daba ganadores. Pero yo sabía que podía pasar. Notaba demasiada alegría y eso me daba miedo. Y por eso me quedé tan jodido, porque le fallamos a toda esa gente.

-En aquel partido pasó de todo. Retiró a Donato del campo, hubo penalti, lo falla Djukic y muchos se preguntan por qué no lo tiró Bebeto. ¿Hay explicación para todo esto?

-Pues supongo que la habrá, hombre. Explicación siempre hay para todo. Pues en aquel momento sustituí a Donato porque buscaría otra cosa. Pues claro que si sé que van a pitar un penalti en el último minuto, a lo mejor lo dejo en el campo. Pero, ¿y si no lo pitan y el que cambio marca un gol? Falar despois é fácil. Lo del penalti, durante la semana los ensayaron Donato y Djukic. Bebeto había fallado dos y no estaba con mucha confianza. Yo no le reprocho nada. Ni a él ni a Djukic. Uno lo falló y el otro es normal que no lo tirara si no tenía confianza. No teníamos que haber llegado a ese minuto, hombre, porque teníamos que haber ganado el partido antes. Pero pasó así. Y en ese momento pensé que siempre nos pasaba a nosotros todo.

«Yo de apellido soy pardo, que no pardillo»

Transcurría el año 1994 cuando Arsenio Iglesias acudió al instituto Eusebio da Guarda para pronunciar una conferencia y someterse a las preguntas de los estudiantes. Uno de ellos, con ingenuidad, le preguntó por su segundo apellido. La respuesta del de Arteixo era más que un simple chascarrillo. «Yo de apellido soy Pardo, que no pardillo». Años después recuerda aquella anécdota y explica su respuesta. «Fue una broma, pero también era un poco lo que había vivido muchos años. Anduve por ahí, por el mundo jugando y hay gente que se piensa que por ser aldeano eres tonto. Y no es así», explica.

-Como la falsa anécdota que se cuenta con Ramallets.

-Pues sí, como eso que cuentan. Dicen que pedí perdón a Ramallets por meterle un gol el día de mi debut. Cuando alguien me lo recuerda, siempre le digo lo mismo: «Mira, neno, eu son aldeano, porque o son, pero o que non son é tonto».

-Hemos hablado de aquel fatídico penalti de Djukic, pero también hubo días felices y encuentros exitosos. La promoción contra el Betis, por ejemplo.

-Lo pasamos muy mal, hombre. Lo pasamos muy mal porque a veces te sientes solo. Te enfundas en el equipo, claro. Y acabó el partido y me abracé a Lasarte. ¡Qué gran chaval! Todavía no sé muy bien por qué tuvo que irse del Deportivo tras aquel partido. Y le dije pues eso que todo el mundo sabe, lo que habíamos sufrido.

-Más felicidad. La Copa del Rey.

-Fue una gran alegría para todos, claro. Es que yo me marchaba ya. Por la mañana, íbamos a entrenar al campo del Atlético de Madrid y se acercaron a mí Rekarte y Bebeto para decirme que íbamos a ganar. «Vamos gañar, profesor», me decía Bebetiño. Y Rekarte igual. Estaban convencidos de que así iba a ser. El único que dudaba era yo. Y mira que al final tuvieron razón. ¡Qué alegría hombre, qué alegría!

«Si no hubiera sido por Vicentiño...»

«Si no hubiera sido por Vicentiño...». Arsenio no lo duda. Si hay un gol que lo ha marcado durante su vida profesional ese fue el que anotó Vicente Celeiro el 22 de mayo de 1988. El tanto que cambió la historia del Deportivo. «Mucho se habla de otros goles, de su importancia... Claro que luego hubo títulos y hasta fallamos penaltis, pero el gol de Vicente fue lo que nos permitió seguir vivos. Es que nos íbamos para abajo y de ahí no creo que hubiéramos podido salir», recuerda el veterano entrenador blanquiazul.

Han pasado casi treinta años y al Bruxo le cuesta recordar cómo vivió aquel instante, pero sí que acierta a rememorar la angustia que se palpaba en el ambiente. «Sabíamos que todo se acababa, pero pensábamos que podía haber una última oportunidad. ¿Que qué hice cuando marcó? Que seis eu... Hai tantos anos. Supoño que me abrazaría a alguén. Solo sé que hubo una liberación tremenda. Un estallido de júbilo inimaginable».

«Fran, Mauriño y Bebeto, los mejores»

No se atreve a poner a uno por encima de los otros dos, porque asegura que los tres tienen mucho de positivo y nada de negativo. «Fran, Mauriño y Bebeto son los mejores futbolistas a los que yo he entrenado». Pero si se le aprieta un poco más, el entrenador no puede sino rendirse a los pies de Mauro, «un jugador muy completo, con el que no importaba que lloviese o calentase el sol, siempre tenía un porcentaje muy alto».

Pero Bebeto era el que «ponía la magia y hacía posibles muchas victorias con sus goles». Y Fran, qué decir de Fran para un Arsenio que lo veía como «un todoterreno que trabajaba muy bien su zona, tanto defendiendo como, lógicamente, atacando», expresa.