Un guerrillero para el Deportivo

P. Barreiros, X. Fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

Los excompañeros describen a Andone, el último fichaje, como un goleador intenso y de carácter

28 jul 2016 . Actualizado a las 12:54 h.

La historia de Florin Andone, el fichaje más caro del Deportivo en nueve años, comienza cuando con 12 años llegó con su madre desde Rumanía a Vinaroz, un pequeño pueblo al norte de la provincia de Castellón. Nunca hasta entonces había jugado federado. Había comenzado a darle patadas al balón junto a su padre Mihail, víctima de una accidente de coche, y su hermano Ovidiu, tres años mayor que él. Con 15 debutó en Preferente en el equipo de la localidad. No pudo evitar su descenso, pero a él le valió para hacer las maletas al juvenil del Castellón y desde allí al filial del Villarreal. «Conocíamos de dónde venía y que su camino no fue fácil, pero te das cuenta de que nunca bajó los brazos y, cuando menos lo esperaba la gente, lo aprovechó. La oportunidad que se le presentó no la dejó pasar. Su camino fue duro, pero demostró que es muy trabajador», recuerda Iriome, con quien coincidió en el Submarino Amarillo.

Su vida era y sigue siendo el gol. El actual jugador del Lugo era el mayor del equipo y el rumano, el más joven. «Solíamos hablar mucho y entre los chicos que venían del C era de los que me caían mejor y él era como una esponja: quería aprender y lo que le decías lo hacía en el campo», recuerda. En este sentido, después de verlo en la Eurocopa con la selección rumana (jugó los tres partidos de la fase de grupos, el inaugural contra Francia como titular), el centrocampista insiste: «Ha evolucionado muchísimo, pero su juego sigue con las mismas señas de identidad. Ya era fuerte, destacaba sobre todo por lo bien que protegía el balón de espaldas gracias a un tren inferior fuerte».

Su explosión en el Córdoba llegó en dos fases. Debutó de la mano de Djukic hace dos temporadas, cuando el club andaluz militó en Primera, justo después de un 5-0 en el Camp Nou y de la particular arenga del exdeportivista: «Quiero guerreros de cuchillo en boca», afirmaba. Y le dio la oportunidad a Andone. Se acuerda el exfabrilista Uxío, con el que coincidió en el filial andaluz: «Lo hizo muy bien en un amistoso y en Copa marcó y cada vez que salía le iba bien». Su espíritu guerrillero, ese carácter intenso y peleón que desespera a los rivales y acaba provocando que los dos centrales lleguen amonestados al descanso, caló en la grada, donde no tardó en convertirse en ídolo. Era el Lucas del Córdoba. A esta comparación también se refiere el defensa gallego, ahora en el Burgos: «Lucas puede tener más técnica, combina más, pero Andone es más finalizador»

La hinchada del Nuevo Arcángel no entendió que poco después el rumano volviese al filial. «Tampoco vamos a pensar que Florin es Van Basten», justificó Djukic. Y es cierto que no jugaba exactamente como el elegante delantero holandés. Poco después, con el equipo virtualmente descendido, el Córdoba hizo desfilar jugadores por el escaparate de Primera y Andone volvió a las alineaciones.

A aquella época corresponden sus dos goles en Riazor: el primero, como delantero de olfato y finalizador, a pase de Fede Cartabia, y el segundo, en propia meta, cuando el cronómetro se acercaba al 90. También hubo por aquel entonces alguna declaración llamativa del nuevo jugador del Dépor. Al término de un partido de aquellos en que la salvación pendía de un hilo, criticó con dureza a su equipo. «Que se acabe ya la Liga, porque damos pena. Ni hemos tirado a portería. Estoy enfadado, porque soy malísimo, no sé dar ni un p... pase, y el equipo también. Estoy hasta los c... de todo», aseguró indignado. 

Admirador de Cristiano

Pese a que se rumoreó su marcha aquel verano, finalmente Andone se quedó y dio la campanada. Hasta tal punto, que el dorsal 10 del Córdoba acaba de marcar 21 goles sin tirar penalti alguno. Festejó muchos con el grito de guerra de Cristiano Ronaldo, del que es gran admirador, aquel ¡uuuhhhh! con que este había recogido el Balón de Oro. El acierto ante la portería valió al cordobesista para renovar su contrato en enero. Aseguran que pasó de cobrar el mínimo marcado por el convenio colectivo, unos 3.500 euros al mes en Segunda, a convertirse en el mejor pagado (cuentan que unos 400.000 euros por temporada).

Tan decisivo en los partidos, como polémico fuera del terreno de juego. En Córdoba, ciudad de califas, acuñaron el término florinadas para referirse a las salidas de pata de banco del delantero, y hubo un puñado. Incluidos rifirrafes con los compañeros y hasta con el técnico, Oltra, quien había dirigido el Dépor en el ascenso del 2012. «Es como mi hijo», acabó afirmando el preparador tras una de aquellas polémicas y añadió que él a sus hijos también debe corregirles «cuando no lo hacen bien», en referencia a este futbolista noble y de carácter, con hambre de fútbol y que es un incordio para las defensas. Un guerrillero del gol.