Manuel Pablo: Del cielo a la estabilidad, pasando por el infierno

Fabián Bouzas

TORRE DE MARATHÓN

KOPA

De los títulos a la Segunda División, pasando por lesiones, penurias económicas y la estabilidad, así fue la carrera de Manuel Pablo en el Dépor

08 jul 2016 . Actualizado a las 12:44 h.

En sus dieciocho temporadas en el Deportivo a Manuel Pablo le dio tiempo a saborear toda la gama de experiencias que el fútbol puede aportar en la carrera de un futbolista. De tocar el cielo con el título más importante en la historia del club, hasta bajar en dos ocasiones a una Segunda División que se asemejó al infierno. Todo ello aderezado con momentos económicos en el club que fueron de la bonanza al cercano a la desaparición.

Manuel Pablo llegó en 1998 al Deportivo, y lo hacía como un extra al gran fichaje que hacía el club herculino, el Turu Flores. Su primer año en Riazor, sin embargo, fue duro y complicado, la presencia de Armando en el lateral hizo que no fuese titular en su primera temporada y se planteó incluso su vuelta a Gran Canaria. Sin embargo Javier Irureta comenzó a contar con él como titular en la 1999-2000 y ese año cambió su historia y la del Dépor.Manuel Pablo se afianzó en el lateral derecho, el canario era un portento a sus 23 años. Su despliegue físico, sus conceptos defensivos y sus constantes subidas por la banda hicieron vibrar a la grada de Riazor.

CESAR QUIAN

Fue capital en la conquista del histórico título de liga en la 1999-2000, jugando 37 partidos y siendo titular indiscutible con Jabo Irureta en aquella gesta. Las imágenes del segundo gol de Roy Makaay ante el Espanyol en la última jornada de liga a centro de Manuel Pablo son ya imborrables para todo el deportivismo. Eso era aquel Manuel Pablo punzante, agresivo defensivamente y muy influyente en ataque con su prominente físico.

Aquel año y aquel título comenzó a despertar el interés de los grandes. El propio Augusto César Lendoiro llegó a admitir que rechazó ofertas millonarias del Real Madrid, cercanas a los 30 millones de euros, para hacerse con los servicios de un Manuel Pablo que pronto sería llamado a la selección absoluta.

El Deportivo competía entonces por lo máximo en la liga y se codeaba con los grandes de la Champions League. Manuel Pablo se medía entonces a los grandes cracks del fútbol mundial: Giggs, Van Nistelrooy, Del Piero, Shevchenko, Nedved, Elber. Y en esas lides el canario también respondía con actuaciones mayúsculas que elevaban cada vez más su caché.

CESAR QUIAN

Un balón dividido...y el infortunio

Pero entonces llegó aquel derbi gallego de septiembre de 2001. Un derbi donde el resultado final y el partido fue lo de menos, todo quedó empañado por aquella jugada fortuita entre Everton Giovanella y Manuel Pablo donde el canario sufrió la peor lesión de su carrera, una terrible fractura de tibia y peroné que encogió al fútbol español y cortaba de raíz una carrera deportiva que estaba en pleno apogeo.

Se perdió el Centenariazo, cuya celebración vivió en el césped del Santiago Bernabéu apoyado en sus muletas. Más de un año tardó el de Bañaderos en recuperarse de la durísima lesión y la sensación siempre fue que nunca llegó a recuperar el máximo esplendor de su juego. Sin embargo, su carácter competitivo y su enorme regularidad le permitió seguir siendo importante en un Deportivo aspirante a todo.

La época de Champions y pugna por la liga tocaba a su fin y la realidad del conjunto herculino comenzaba a dibujar objetivos y presupuestos mucho más modestos. Se fue Jabo Irureta y llegarón Caparrós o Lotina. La supervivencia en Primera se convertía ahora en el objetivo y pese a la competencia de jugadores como Barragán o Laure, Manuel Pablo se hacía importante en el Deportivo, a la vez que su experiencia iba teniendo cada vez más calado en el vestuario.

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En 2011 el conjunto herculino descendía a Segunda División y lejos de marcharse Manuel Pablo ayudó al equipo de Oltra a regresar a la élite junto a su amigo e inseparable Juan Carlos Valerón. En unas temporadas irregulares en el equipo y con un nuevo descenso, el canario tiraba de oficio y talento defensivo para suplir la merma de su físico con el paso de los años. Con el regreso a Primera y cierta estabilidad deportiva y económica, el protagonismo deportivo de Manuel Pablo en los últimos años fue más testimonial, disputando ocho partidos entre las dos últimas temporadas.

Su adiós es también el del último resquicio de una época idílica en la memoria del deportivismo. El de los títulos, las gestas y el de las luchas imposibles contra los gigantes europeos en las noches de entre semana. Con Manuel Pablo se va la última presencia de todo aquello, del que quedan los recuerdos intensos de lo vivido, disfrutado y sufrido. Dieciocho temporadas conviviendo con las grandezas y miserias del fútbol a orillas de Riazor. Se va una figura histórica para el Deportivo, el lateral del año de la liga y el último eslabón de una etapa en cuyos recuerdos, las carreras de Manuel Pablo pervivirán siempre en la memoria de los deportivistas.

MIGUEL RIOPA